Un país partido en dos es el que han dibujado las elecciones legislativas del domingo en Colombia, las primeras en paz en medio siglo y la antesala de las presidenciales de mayo, las más relevantes. Lo peligroso es que la división no es solo de izquierda y derecha sino entre partidarios y detractores del proceso que ha llevado a firmar la paz con la guerrilla FARC y a entablar conversaciones con el ELN. Precisamente, tras la cita electoral, el presidente Santos anunció la vuelta al diálogo con este grupo.

En el Senado -la cámara principal- el expresidente Álvaro Uribe, enemigo acérrimo de la pacificación, se convirtió con 875.000 votos en el senador más respaldado de la historia del país. Su partido, Centro Democrático (16,56%, 19 escaños) fue el más votado de un hemiciclo muy fragmentado. Le siguen los también derechistas Cambio Radical (13,48%, 16) y Partido Conservador (12,45%, 15). La victoria de Uribe se vio reforzada por el triunfo de su delfín, Iván Duque, en las primarias interpartidarias de la derecha, que se celebraron junto a las legislativas,

Tras la derecha dura quedaron los liberales (12,4%, 14) y el Partido de la U del presidente Santos (11,95%, 14, o sea 19 menos que en la anterior cámara). Por detrás, los verdes y tres grupos de izquierda solo lograron entre todos 22 escaños, a los que hay que sumar los cinco que los acuerdos de paz otorgan a las FARC.

En las primarias interpartidarias de la izquierda para las presidenciales de mayo, el ganador fue el líder la Lista de la Decencia, Gustavo Petro. Entre tanto, las FARC tendrán que contentarse con los cinco senadores y cinco congresistas que les otorgan los acuerdos de paz. Porque sus votos apenas representan el 0,5%.