El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este lunes que él habría tenido el coraje de entrar incluso sin armas en la escuela de Florida para impedir la masacre que causó 17 muertos y que impulsó a los estudiantes a pronunciarse para limitar el acceso a las armas de fuego.

"Pienso que yo habría corrido y entrado [en la escuela] aun sin tener un arma, y creo que la mayoría de ustedes habría hecho lo mismo", dijo el mandatario durante una reunión con los gobernadores de los 50 estados federales en la Casa Blanca.

La declaración de Trump apunta especialmente a un agente de seguridad armado que el día de la masacre se apostó en la parte externa de la escuela en la ciudad de Parkland y evitó entrar para tratar de interceptar al joven Nikolas Cruz, quien en el tiroteo provocó la muerte de 17 personas, en su mayoría adolescentes.

"Su actitud ha sido francamente una vergüenza", dijo el presidente, quien reiteró su convicción de que las escuelas son "imanes" para personas que desean protagonizar masacres porque son "áreas libres de armas".

En general, dijo Trump, los agentes que podían haber tratado de interceptar el ataque a la escuela "no son personas a ser condecoradas. Ha sido una cosa asquerosa".

En el debate que se siguió con los gobernadores, el responsable por el estado de Washington (noroeste), el demócrata Jay Inslee, sugirió al presidente que podría ser beneficioso "un poco menos de Twitter y escuchar más".

En particular, dijo Inslee, sería conveniente escuchar las crecientes objeciones a una idea mencionada por Trump la semana pasada, la de entrenar profesores y maestros para que lleven armas de forma encubierta para reaccionar en casos de ataques a escuelas, una propuesta rechazada por educadores y defensores de controles a las armas.

No obstante, el inquilino de la Casa Blanca se pronunció la semana pasada también a favor de medidas como la mejora de los controles de antecedentes, el aumento de la edad legal para comprar armas -a menudo disponibles para la venta a una edad más temprana que el alcohol- y la prohibición de los "bump stocks", unos dispositivos, utilizados por Stephen Paddock durante la matanza de Las Vegas (58 muertos), que transforman fusiles semitautomáticos en armas automáticas.

"Acabaremos con los 'bump stocks'. Los acabaré yo mismo y no me importa si el Congreso lo hace o no", insistió ante los gobernadores.

Estas declaraciones marcan una divergencia notable con las propuestas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el poderoso lobby de las armas que pagó 30 millones de dólares a la campaña presidencial del magnate.

Gran fan de la NRA

Pero el presidente se apresuró a afirmar claramente sus vínculos con la NRA, explicando que el fin de semana pasado había comido con su dirigente Wayne LaPierre.

"No hay mayor fan de la segunda enmienda (que garantiza a los estadounidenses el derecho a poseer armas) y de la NRA que yo. Son geniales", afirmó. "No os preocupéis, están de nuestro lado", añadió.

Tras la matanza de Florida, tanto en una parte como en otra del escenario político estadounidense, así como en la sociedad civil, se han alzado voces que piden una reglamentación más estricta de las ventas de armas.

En este contexto, una gran manifestación ha sido convocada para el 24 de marzo en Washington con el objetivo de pedir un control más estricto y meter presión a los responsables políticos estadounidenses.

"Soy un poco pesimista sobre la posibilidad de que pase algo", señaló, sin embargo, el legislador republicano de la Cámara de los Representantes Charlie Dent, en una entrevista en la CNN.

Los líderes republicanos del Congreso Paul Ryan y Mitch McConnell no se han pronunciado todavía sobre el tema, pero según una encuesta reciente de la CNN, el 70% de los estadounidenses está a favor de un endurecimiento de la legislación.