El deshielo iniciado este año entre las dos Coreas, culminado con la participación del Norte en los Juegos de Invierno que organiza el Sur, está generando desconfianza en Washington. EE UU teme que el régimen de Pyongyang consiga introducir una cuña entre ellos y sus aliados surcoreanos.

El mismo temor es compartido por Japón, que ha visto con recelo el aplazamiento de las maniobras militares anuales de EE UU y Corea del Sur, considerado un gesto de buena voluntad hacia el Norte para favorecer el espíritu de entendimientos entre los dos Estados de la península coreana.

En este contexto, el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, aseguró a su regreso a Washington, tras participar en la inauguración de los Juegos, que su administración está dispuesta a mantener conversaciones con Corea del Norte, si bien resaltó que mantendrá "la máxima presión" sobre el régimen de Pyongyang. Pence evitó entrevistarse con representantes norcoreanos durante su estancia en Corea del Sur.

El secretario de Defensa, general James Mattis, aseguró ayer que es demasiado pronto para saber si la distensión intercoreana es real y aseguró que no hay brechas entre EE UU y el Gobierno del Sur.