Las protestas en una docena de ciudades de Irán contra la política económica, las alzas de precios y la corrupción se reprodujeron ayer por tercer día consecutivo, adquiriendo un perfil netamente político de abierta oposición al régimen. Cientos de personas, según vídeos difundidos a través de las redes sociales, salieron a las calles para exigir a las autoridades que se ocupen menos de las guerras de Siria, Irak y Yemen, y más de los problemas económicos de los iraníes. La revuelta se inició el jueves en la ciudad de Mashad, la segunda del país, y se extendió con prontitud a Neyshabur, Kamshmar, Shahrud, Kermanshah, Rasht, Orumie e Isfahan, además de la propia capital, Teherán.

Los manifestantes siguieron coreando lemas contra el Gobierno, e incluso contra el líder supremo, el gran ayatolá Alí Jamenei, en unas protestas que son las más intensas desde la durísima "revuelta verde" de 2009 y las ya más modestas manifestaciones de 2011, alentadas por el clima generado por la "primavera árabe". En 2009, Irán vivió ocho meses de violencia tras la reelección del entonces presidente, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, en una votación que según los reformistas fue manipulada a su favor. Las protestas fueron reprimidas con toda dureza.

La tensión alcanzó ayer una nueva cima, ya que las marchas antigubernamentales se vieron contrarrestadas por otras a favor de las autoridades. En Teherán fueron miles de personas las que salieron a las calles, al igual que, en menor número, en Mashad, donde el jueves y el viernes se practicaron 52 detenciones durante las algaradas.

En total, las muestras de apoyo al Gobierno se registraron en ayer en unas 1.200 localidades, tomando como motivo el aniversario del fin de la larga temporada de protestas de 2009. Los participantes gritaron los habituales lemas "muerte a Estados Unidos, muerte a Israel" o "si el líder nos da la orden, sacrificamos nuestra vida por él".

La capital, Teherán, fue de nuevo uno de los epicentros del descontento. Entre 70 (según la agencia semioficial "Fars") y 200 personas (según el enviado especial del diario inglés "The Guardian") se concentraron a las puertas de la Universidad al grito de "Muerte al dictador", en referencia a Jamenei. En el centro de Teherán, en la avenida Enghelab, los manifestantes fueron dispersados por la Policía, según pudo comprobar el corresponsal de la agencia "Efe".

Las autoridades recordaron que todas las manifestaciones son ilegales, ya que ninguna de ellas ha sido autorizada y llamaron a los ciudadanos a no participar en ellas. La nueva ley de delitos políticos iraní, aprobada el pasado enero, castiga cualquier manifestación considerada "contraria a la gestión del país y sus instituciones políticas y a las políticas nacionales y exteriores".

El ultraconservador Ahmadineyad negó que él o sus simpatizantes hayan incitado las protestas. "Cualquier caos y destrucción que esté ocurriendo no tiene nada que ver con nosotros", hizo saber Ahmadineyad a través de su cuenta de Twitter.

En cambio, desde EE UU, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee, mostró su apoyo a los manifestantes y advirtió a las autoridades persas de que "el mundo está observando", frase que luego fue repetida por el presidente Trump en un tuit. La portavoz del departamento de Estado, Heather Nauert, emitió un comunicado condenando las detenciones practicadas estas días.

En respuesta, el ministerio iraní de Exteriores criticó la intervención de EE UU en sus asuntos internos y aseguró que "el pueblo iraní no le da ningún valor ni crédito a los mensajes oportunistas de las autoridades estadounidenses y de Trump".