El primer ministro libanés, Saad Hariri, revocó ayer su dimisión, anunciada el pasado 4 de noviembre desde Arabia Saudí, y aseguró que permanecerá en el cargo después de haber alcanzado un acuerdo con sus socios de gobierno, con lo que pone fin de esta forma a la crisis política abierta en el Líbano hace un mes.

Hariri anunció su decisión tras una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros en la que todas las fuerzas que integran el Gobierno -incluido el partido milicia chií Hezbolá (aliado de Irán)- se comprometieron a disociarse de los conflictos regionales.

Escepticismo

El compromiso de Hezbolá, presente en las guerras de Siria y Yemen, ha sido visto con escepticismo. Para el exparlamentario libanés Fares Suheil "la crisis no ha resuelto nada y el país sigue controlado por Irán a través de Hezbolá, que no solo ejerce su poder en el Ejecutivo y en el Parlamento, sino también sobre las fuerzas de seguridad, el mundo de los negocios y la política".

"La reafirmación del distanciamiento libanés de su entorno, a pesar de ser una clara hipocresía y de la imposibilidad de aplicarlo concretamente, permite salvar las apariencias y ganar tiempo", afirmó, por su parte, desde París Karim Bitar, experto en Oriente Medio del Instituto de Asuntos Internacionales y Estratégicos de la capital francesa.