El Papa Francisco comenzó ayer una visita de tres días a Bangladesh con una llamada de ayuda a la comunidad internacional para hacer frente a la crisis de los refugiados de la minoría islámica birmana de los rohinyás. Al igual que en su anterior etapa, en la propia Birmania, Francisco evitó citar por su nombre a esa minoría musulmana, por temor a que extremistas budistas tomen represalias contra la comunidad católica birmana. Unos 650.000 rohinyás se han refugiados desde septiembre en Bangladesh huyendo de la persecución de los militares birmanos.

La precisión del Papa respecto a los rohinyás fue mayor que en Birmania, donde había recibido amenazas claras, ya que alabó la generosidad bengalí, "que se ha manifestado con más fuerza en el impulso humanitario con el que han atendido a los refugiados llegados en masa del estado de Rakáin, dándoles refugio y lo necesario para vivir".