El primer ministro dimisionario de Líbano, Saad Hariri, aceptó ayer en Beirut la petición del presidente del país, Michel Aoun, para que deje en suspenso su renuncia y, de ese modo, le permita sopesar las causas y consecuencias de la misma. Hariri dimitió por sorpresa el pasado día 4 desde Riad, la capital saudí, alegando que temía por su vida y denunciando el peso en Líbano de Hezbolá, grupo apoyado por Irán.

En una alocución televisada tras su cita con Aoun, Hariri, que regresó a Beirut el martes por la noche tras más de dos semanas de ausencia, aseguró que aceptó congelar su dimisión definitiva "para dar tiempo a nuevas negociaciones con la esperanza de que el Líbano entre en una nueva fase".

Estas negociaciones, apuntan numerosos analistas, sólo pueden versar sobre el papel de Hezbolá y su presencia en diversos escenarios bélicos de Oriente Medio -Siria, Irak, Yemen-, que ha robustecido al grupo hasta extremos considerados inaceptables por el frente de países que, encabezados por Arabia Saudí, están enfrascados en una escalada de tensión con Irán, apoyada por Israel y EE UU. Este frente suní es el que en Líbano apoya y financia a Hariri y a su partido Futuro.

Los detractores de Hezbolá resaltan, además, que es el único de los actores de la guerra civil libanesa (1975-1990) que no se ha desarmado y esgrimen que el acuerdo de alto el fuego alcanzado con Israel tras la breve guerra de 2006 incluía ese desarme. Con la perspectiva de una pronta finalización de la guerra de Siria, los suníes libaneses temen, por otra parte, además que Damasco recompense los servicios de Hezbolá permitiéndole mantener hombres de modo indefinido en su territorio.

De ahí que, tras la entrevista con Aoun, Hariri, en una alocución a sus seguidores, afirmase: "Me quedaré con vosotros para que defendamos juntos el Líbano, su estabilidad y su carácter árabe", en clara referencia a Irán, vecino indoeuropeo de los árabes. Hariri también insistió en que Líbano no puede alterar la estabilidad de sus vecinos.

Entre tanto, en la localidad rusa de Sochi, el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió con sus homólogos iraní, Hasan Rohaní, y turco, Recep Tayyip Erdogan, que respaldaron su iniciativa de una conferencia de paz sobre Siria, toda vez que Moscú da casi por finalizadas las operaciones militares. Pese a que Putin prometió "decisiones cruciales", estas no llegaron, ya que no logró vencer la negativa de Turquía a que los kurdos participen en el diálogo.