El príncipe Carlos, heredero de la corona británica, presidió hoy en Londres el homenaje a los caídos en las guerras al recordarse el "Día del Armisticio", mientras su madre, la reina Isabel II, siguió la ceremonia desde un balcón cercano.

Esta es la primera vez que la reina observa al príncipe de Gales presidir esta tradicional ceremonia, que tuvo lugar en el cenotafio, en el corazón de la zona gubernamental británica.

El heredero de la corona había sustituido a su madre en este evento en 1983 mientras ésta estaba de viaje en el extranjero.

Esta vez, la soberana británica, de 91 años, decidió estar junto a su marido, el duque de Edimburgo, en el balcón de uno de los edificios del Gobierno próximo al cenotafio.

Desde allí, Isabel II observó el momento en el que el príncipe Carlos colocó una corona de amapolas en su nombre ante el monumento, que recuerda a los caídos en todas las guerras.

Después, Carlos hizo su propia ofrenda floral y luego hicieron lo mismo otros miembros de la familia real, entre ellos el duque de Cambridge -segundo en la línea de sucesión al trono-, y también la primera ministra británica, la conservadora Theresa May.

Antes de colocarse las coronas de amapolas, todos los asistentes, entre ellos excombatientes, guardaron dos minutos de silencio cuando el reloj Big Ben tocó las campanadas a las 11.00 GMT.

La ceremonia presidida por el príncipe Carlos es vista como un paso más en la transición que se produce en el seno de la monarquía británica debido a la avanzada edad de Isabel II, que ha reducido el número de sus compromisos oficiales, especialmente los viajes al extranjero, para dejarlos en manos de su hijo heredero.

Como cada año por esta época, el Reino Unido recuerda el Armisticio -sellado en la undécima hora, del undécimo día, del undécimo mes de 1918-, y se honra a los miembros de las fuerzas armadas caídos en todos los conflictos desde la I Guerra Mundial.

Es tradición en el país que los ciudadanos porten también desde finales de octubre hasta hoy el simbólico "Poppy" -un pequeño broche rojo en forma de amapola-, con el que se rinde tributo a militares y excombatientes británicos.

Felipe de Edimburgo, de 96 años, anunció su retirada de sus compromisos oficiales a comienzos de año, pero en ocasiones puntuales sigue acompañando a su esposa.