El primer ministro del Líbano, Saad Hariri, dimitió ayer por sorpresa y, en un discurso televisado desde Arabia Saudí, denunció que se preparaba un atentado contra su vida y criticó la injerencia de Irán en su país y en el mundo árabe.

Hariri, quien ocupaba el cargo desde el pasado diciembre, aseguró que el Líbano vive un clima "similar" al de 2005 en los días previos al asesinato de su padre, el entonces primer ministro Rafic Hariri, quien murió en un atentado por el que están siendo juzgados cinco miembros del grupo chií Hizbulá en el Tribunal Especial para el Líbano.

"Se que se está confabulando en secreto contra mi vida", dijo Hariri en el discurso, que emitió la cadena de televisión Al Arabiya, sin aclarar quién está detrás de esa supuesta conspiración. El canal saudí informó de que las fuerzas de seguridad libanesas frustraron hace unos días un atentado contra Hariri en Beirut y reveló, sin identificar sus fuentes, que los autores del complot desconectaron las cámaras de las torres de vigilancia que había en la ruta por donde iba a pasar la comitiva oficial.

El papel de Hizbulá

En su mensaje de renuncia, el primer ministro fue muy crítico con Hizbulá, formación a la que acusó de hacerse valer de sus armas para imponer su política en el Líbano y en Siria, donde el grupo chií apoya militarmente al presidente Bachar al Asad.

Su dimisión abre un interrogante sobre la continuidad de la coalición de gobierno, formada por partidos de todo el arco parlamentario, desde grupos antisirios, como el Movimiento 14 de Marzo que lidera Hariri, hasta el propio Hizbulá. La formación de ese gabinete de unidad fue fruto de un acuerdo que sirvió para poner fin a dos años de vacío y que condujo a Michel Aoun a la Presidencia en noviembre de 2016.

Hariri también criticó con dureza a Irán por su "injerencia" en la política libanesa, donde apadrina a Hizbulá, y toda la región árabe y auguró que los libaneses conseguirán "vencer el tutelaje interno y externo" con la fuerza de su "determinación".