La canciller alemana, Angela Merkel, ganó ayer sus cuartas elecciones generales, una victoria ensombrecida por la irrupción en el Bundestag de la ultraderecha después de décadas sin presencia parlamentaria. Tras un desastre histórico, los socialdemócratas renuncian a mantener el "gran pacto" con los cristianodemócratas y volverán a la oposición, lo que aboca a Merkel a un tripartito con liberales y verdes.

Según las proyecciones de las cadenas públicas de televisión, anteriores a los resultados oficiales del escrutinio, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera lograron alrededor de un 33 por ciento de los votos, ocho puntos menos que hace cuatro años, pero doce más que el Partido Socialdemócrata (SPD). Bajo el liderazgo del expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, los socialdemócratas encajan su peor resultado en unas generales desde la Segunda Guerra Mundial, en torno al 21 por ciento de los votos.

El discurso islamófobo de AfD recibió el apoyo de más del 13 por ciento de los electores, lo que deja constancia del rechazo de una parte importante de la población a la acogida en Alemania de más de 1,3 millones de solicitantes de asilo desde 2015. Es la primera vez que una formación de ultraderecha entra en el Bundestag desde los años 50 y, aunque ya tenía escaños en 13 de las 16 cámaras regionales del país, la presencia a escala federal multiplicará su resonancia y su financiación pública.

A pesar del júbilo de sus simpatizantes reunidos en la sede de la CDU en Berlín, Merkel admitió que hubiera deseado "un resultado mejor" y se comprometió a "reconquistar" de los votantes de AfD. Alternativa para Alemania, por su parte, anticipa sus intenciones y avisa al Gobierno "que se abrigue, porque iremos a por él. Cambiaremos este país".

"Objetivo estratégico"

El bloque conservador, no obstante, consigue su "objetivo estratégico", palabras con las que la canciller dejó claro que ninguna otra formación puede intentar una coalición de gobierno. Merkel descarta gobernar en solitario y anticipa que buscará un Ejecutivo estable. Para ello, en un parlamento muy fraccionado no tendrá muchas opciones abiertas.

El socialdemócrata Schulz, en un día que calificó de "difícil y amargo", considera que el mandato que le habían dado los votantes es el de situarse al frente de la oposición, tras cuatro años gobernando junto a Merkel en gran coalición. El expresidente del Parlamento Europeo descarta dimitir y asegura que tiene el "total respaldo" del SPD, que lo eligió como líder el pasado marzo, para continuar al frente del partido y "renovarlo". El líder de los socialdemócratas responsabiliz a Merkel del ascenso de la ultraderecha por sus "campaña electoral escandalosa".

Coalición "Jamaica"

Los socialdemócratas volvieron a ser víctimas de la gran coalición, fórmula que ya habían ensayado con Merkel en su primera legislatura, entre 2005 y 2009, y que les había llevado a su peor resultado electoral hasta entonces, el 23 por ciento de los votos.

Si el SPD no se sienta de nuevo a negociar, la canciller sólo puede intentar un inédito tripartito a nivel federal con los liberales del FDP y Los Verdes, dos formaciones con programas en muchos puntos antagónicos y que lograron algo más del 10 por ciento y del 9 por ciento de los votos, respectivamente. Sería la llamada "coalición Jamaica" (los conservadores se identifican con el negro en Alemania y los liberales con el amarillo, los mismos que la bandera de ese país) pero el líder del FDP, Christian Lindner, rechazó anoche anticipar lo que ocurrirá. Con ellos tendrá que negociar en las próximas semanas y tal vez meses Merkel, que antes de los comicios de ayer sólo había descartado como posibles aliados a la AfD y a la Izquierda, última fuerza en el Bundestag, con el 8 por ciento de los votos en los comicios de ayer.