Corea del Norte no da muestras de ceder ante la presión de las sanciones de la comunidad internacional; las últimas, aprobadas este lunes para castigar al régimen de Pyongyang por su ensayo atómico del pasado día 3. Ayer volvió a desafiar a las grandes potencias con el lanzamiento de un nuevo misil que sobrevoló el norte de Japón, cuyos habitantes volvieron a despertarse con el sonido de sirenas y altavoces que les alertaban del lanzamiento.

La alerta pudo oírse en doce prefecturas del norte y el centro del país, informa "Efe". El misil norcoreano sobrevoló la isla septentrional de Hokkaido antes de caer, unos veinte minutos después, en aguas del Pacífico, a unos 2.200 kilómetros de la costa japonesa: la misma trayectoria que siguió un proyectil de similares características disparado el 29 de agosto.

El primer ministro nipón, Shinzo Abe, advirtió que las acciones del régimen de Kim Jong-un "amenazan la paz mundial" y añadió solemnemente que, ante sus provocaciones, la comunidad internacional no permitirá que Corea del Norte "pisotee de esta manera la dura y unánime respuesta en favor de la paz mostrada por la ONU".

Según informaron las autoridades de Corea del Sur y de EE UU, el misil alcanzó una altitud de 770 kilómetros y voló unos 3.700 kilómetros. Se trataría, pues, de un proyectil de alcance intermedio "Hwasong-12" que, sin embargo, superó la distancia recorrida por los disparados en los dos tests anteriores y podría llegar a la isla de Guam, donde Washington tiene una importante base militar.

El nuevo ensayo balístico prueba que, lejos de amilanarse por las sanciones aprobadas por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU esta misma semana, Kim Jong-un no piensa ceder un ápice. Es más, el régimen amenaza con "redoblar" sus esfuerzos para incrementar su capacidad militar, dando nuevos pasos en su programa nuclear y de misiles.

Y parece que su diana favorita es ahora Japón. El jueves, horas antes del lanzamiento, amenazó a Tokio con "hundir su territorio" con una bomba nuclear por su "ardiente" apoyo a EE UU en la búsqueda de nueva sanciones, y acusó al Gobierno nipón de "no haber entrado en razón" después de que un misil norcoreano sobrevolara en agosto el archipiélago japonés.

El secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, condenó el nuevo lanzamiento e instó a "todas las naciones" a aplicar "nuevas medidas" contra Pyongyang. Y al igual que Abe, el jefe de la diplomacia norteamericana, llamó a Rusia y a China, que mantienen estrechos lazos con Corea del Norte, a mostrar su "intolerancia ante estos lanzamientos de misiles temerarios emprendiendo sus propias acciones directas" contra el régimen estalinista.

"Estas continuas provocaciones solo profundizan el aislamiento diplomático y económico de Corea del Norte", advirtió Tillerson, después de que Rusia y China se valieran de su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para rebajar la dureza del castigo propuesto por Washington y sus aliados asiáticos.

Una portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, evitó condenar explícitamente el último lanzamiento de Corea del Norte, y después de que se la interrogara por la disposición de Pekín a endurecer aún más las sanciones contra Pyongyang, se limitó a recalcar los "enormes sacrificios" que su país está haciendo para aplicar las ya aprobadas.

La vecina Corea del Sur respondió también de manera contundente y su Ejército, a modo de advertencia, disparó casi de manera inmediata dos misiles balísticos desde la zona fronteriza hacía el mar. Y aunque uno de ellos falló, el otro "golpeó con precisión" un objetivo simulado en el Mar de Japón después de recorrer 250 kilómetros, la misma distancia a la que se encontraba en otra dirección la localidad de Sunan, desde donde Pyongyang lanzó su proyectil.