La tercera ronda negociadora entre la UE y el Reino Unido para encarar el "Brexit" se inició ayer en Bruselas con perspectivas poco alentadoras. La Unión considera que Londres se mantiene en terrenos de ambigüedad, mientras que los británicos insisten en que la parte comunitaria debe mostrar mayor flexibilidad.

El negociador de la UE, Michel Barnier, instó al Reino Unido a "negociar seriamente" y con "más claridad" sus posiciones. "Para ser sincero, estoy preocupado. El tiempo pasa rápido", afirmó Barnier en el arranque de la ronda negociadora, que se prolongará hasta el jueves y sigue marcada por las profundas divergencias entre las partes.

Hasta tal punto que fuentes comunitarias asumen que será difícil alcanzar un avance suficiente en las conversaciones para octubre, mes en el que se preveía iniciar el debate sobre la futura relación entre Londres y el bloque comunitario, una vez que se hubiese avanzado lo suficiente en la negociación de los puntos previos que exige Bruselas: el estatuto de los ciudadanos, la factura británica y las fronteras interirlandesas.

Si en junio se abordaron los aspectos organizativos de las negociaciones y en julio se identificaron las áreas de convergencia y divergencia, ahora se aspira a esclarecer las posturas en esos tres asuntos clave.

Barnier se mostró "preparado para intensificar las negociaciones en las próximas semanas" y subrayó la necesidad de acelerar el proceso, dado que el tiempo corre y la UE teme que no se asienten las bases para un acuerdo en la fecha para la que está prevista la salida del Reino Unido, esto es, en marzo de 2019, dos años después de que se iniciaran oficialmente las negociaciones. Para entonces, la idea es que se conozca al menos la forma general que adquirirá el acuerdo llamado a regir la relación futura entre el Reino Unido y la UE.

"Necesitamos una posición clara para tener negociaciones constructivas. Cuanto antes acabemos con la ambigüedad, antes estaremos en posición de negociar nuestra futura relación", afirmó Barnier. De hecho, ayer apenas se pudo avanzar nada, dado que, para empezar, la delegación británica estaba incompleta por ser día festivo en Reino Unido.

Por parte británica, Davis insistió en los dos conceptos -flexibilidad e imaginación- que están poniendo nerviosa a Bruselas y asumió que la actual ronda se mantendrá en los límites de las cuestiones técnicas, por lo que asuntos más sustanciales no podrán ser abordados antes de septiembre.

Davis se refirió a los documentos hechos públicos por Londres en días pasados, referidos a ciudadanos, unión aduanera, fronteras irlandesas y tribunal europeo de Justicia, y los definió como el "producto de un trabajo duro y una reflexión detallada", que debería servir para "conversaciones productivas".