La tensión geopolítica en el Pacífico está conociendo un repunte como no se producía desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Corea del Norte y Estados Unidos parecen haberse sumido en una espiral de confrontación que de momento es únicamente verbal, pero cuyo desenlace resulta incierto y puede tener consecuencias desastrosas.

Un portavoz del Ejército Popular de Corea del Norte avisó ayer de que el régimen de Kim Jong-un está analizando "cuidadosamente" un plan de "fuego envolvente" contra las bases militares estadounidenses en la isla de Guam, en el Pacífico. Se trata de un emplazamiento estratégico unos 3.000 kilómetros al sureste de la Península de Corea donde Estados Unidos posee bases fundamentales para su estrategia en Asia y el Pacífico. Dicho ataque, afirmó este portavoz norcoreano, se efectuaría con misiles de largo alcance Hwasong-12 e iría dirigido, entre otros objetivos, contra la Base Aérea de Anderson, que aloja varios bombarderos estratégicos norteamericanos B-1B, B-52 y B-2, todos ellos con capacidad nuclear.

Este mensaje intimidatorio fue la respuesta de Pyongyang a las advertencias que el presidente de EE UU, Donald Trump, lanzó al régimen de Kim Jong-un el pasado martes: "Más le vale a Corea del Norte no hacer más amenazas a Estados Unidos. Se encontrarán con un fuego y una furia nunca vistos en el mundo", declaró Trump desde su retiro vacacional. Unas palabras que fueron matizadas ayer por el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, quien aseguró que los ciudadanos estadounidenses pueden "dormir tranquilos" ya que las amenazas de su presidente solo pretenden enviar "un fuerte mensaje" que Kim Jong-un "pueda entender".

No obstante, la respuesta norcoreana no hizo alusión a estas palabras del presidente estadounidense. Sí denunció, en cambio, el envío por parte del Pentágono de bombarderos B-1B a la Península de Corea, una medida que se ha convertido a lo largo del último año en la habitual reacción del Pentágono frente a las provocaciones y los ensayos armamentísticos del régimen norcoreano.

Sanciones

Este nuevo intercambio de conminaciones entre Washington y Pyongyang se desencadenó después de que el Consejo de Seguridad de la ONU, por iniciativa de Estados Unidos, aprobase por unanimidad un nuevo y severo paquete de sanciones contra las exportaciones de Corea del Norte por sus dos recientes ensayos armamentísticos. Además, los servicios de inteligencia de EE UU revelaron ayer que Corea del Norte ha logrado fabricar una cabeza nuclear capaz de ser emplazada en sus misiles balísticos, incluidos aquellos de alcance intercontinental. Ante este hecho, el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, recordó a Pyongyang la superioridad militar de Estados Unidos y le instó a cesar "toda consideración de acciones que le lleven a su final, al de su régimen y a la destrucción de su pueblo".

Mientras, Rusia dijo ayer que espera que Estados Unidos "mantenga la calma" en la crisis con Corea del Norte y evite acciones que puedan desencadenar una reacción de Pyongyang.

"Nuestro claro deseo es que Estados Unidos mantenga la calma y evite movimientos que puedan provocar a otra parte a acciones que pueden ser peligrosas", dijo el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia.