Está claro: Donald Trump intenta forzar la renuncia de su fiscal general (ministro de Justicia), Jeff Sessions, para recuperar el control de la investigación de la denominada trama rusa, la supuesta conexión de su campaña con el Kremlin para perjudicar a la demócrata Hillary Clinton.

El nuevo director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, reconoció ayer un "obvio conflicto en la relación" entre Trump y Sessions. "Tendremos una decisión pronto", prometió, añadiendo que "probablemente" sea correcto pensar que el magnate quiere que el exsenador no siga dirigiendo el Departamento de Justicia.

Llueve sobre mojado. La semana pasada Trump arremetió contra Sessions por haberse recusado a sí mismo en la investigación de la trama rusa. En vez de alabar su gesto de imparcialidad, el magnate juzgó "injusto" el proceder de Sessions para con él.

El motivo de esa recusación fue que el exlegislador ocultó las dos reuniones que mantuvo con el embajador ruso, Serguei Kislyak, durante sus audiencias de confirmación en el Senado.

El Presidente volvió ayer a la carga contra Sessions en una nueva tanda de explosivos tuits. Primero le acusó de haber "adoptado una posición muy débil ante los crímenes de Hillary Clinton", en referencia al uso que la excandidata demócrata hizo de su correo electrónico personal cuando era secretaria de Estado.

Después, Trump le reprochó no haber investigado tampoco "los esfuerzos ucranianos para sabotear" su campaña electoral y "trabajar silenciosamente para impulsar a Clinton".

Con la renuncia de Sessions -al que, según varios medios, estaría dispuesto incluso a destituir-, el magnate intenta retomar el control de la investigación de la trama rusa, que sigue considerando una "caza de brujas". Trump ha llegado a admitir que Rusia interfirió en las presidenciales del año pasado, pero no que él estuviera al corriente de la operación y que su equipo de campaña se coordinara con el Kremlin para perjudicar a Clinton.

Por decisión de Sessions, la investigación está en manos del fiscal especial y exdirector del FBI Robert Mueller, y Trump no está dispuesto a permitir el intento de aquél de ampliar las pesquisas a las finanzas del clan, para intentar probar la conexión del magnate con Moscú. Así que habría puesto en marcha una nueva estrategia para tratar de desacreditarle, para apartarle de la pesquisa o cuestionar los resultados que presente.

Por otro lado, el Senado aprobó anoche por un solo voto comenzar el debate sobre cómo derogar y sustituir la reforma sanitaria aprobada por Barack Obama en 2010, aunque se desconoce todavía el proyecto de ley designado a tal fin, lo que dificulta el éxito de la propuesta.