Frank J. Kerrigan enterró a su hijo el pasado 12 de mayo. Once días después recibió la llamada de un amigo de su hijo que le comunicaba que estaba vivo: "Su hijo está vivo", le dijo. Frank Jr. cogió el teléfono y saludó a su padre: "Hola papá".

Frank M. Kerrigan, de 57 años, padece una enfermedad mental y ha vivido en la calle varios años. La oficina forense del condado de Orange (California) identificó erróneamente un cadáver encontrado detrás de una tienda Verizon en Fountain Valley. Determino que era Frank.

La familia tuvo que afrontar un complicado duelo al creer que su hijo había muerto. "Fue una situación muy difícil para mí estar en una escena así. Había sangre y mantas sucias", afirma la hermana de Frank, Carole Meikle, que fue al lugar de los hechos para dejar una fotografía, flores y velas. El funeral costó 20.000 de dólares (alrededor de 17.000 euros) y desplazó a varios familiares que viven en lugares lejanos.

Doug Easton, abogado de la familia, asegura que interpondrán una denuncia contra la oficina forense. Easton critica que los forenses no fuesen capaces de corroborar las huellas dactilares del cadáver a través de una base de datos judicial. Y es que los forenses utilizaron una antigua fotografía para la identificación.

Las huellas volvieron a analizarse el pasado 1 de junio tras comunicar a la familia que su hijo estaba vivo y los datos obtenidos correspondían a otra persona.