Un informe de 98 páginas hecho público ayer de madrugada (hora española) por la Casa Blanca muestra que a los negocios de Donald Trump les sienta bien la presidencia de EE UU. El informe, que abarca el último año fiscal (abril 2016-abril 2017), refleja que Trump declara unos activos de 1.400 millones de dólares, unas deudas de 310 millones -130 de ellos con el Deutsche Bank- y unos ingresos de 596,3 millones en ese periodo.

El documento no incluye, sin embargo, la codiciada declaración de impuestos de Trump, quien se sigue negando a hacerla pública. Dado que muchos de los datos del informe no son precisos -ya que se muestran mediante horquillas, a veces incompletas-, resulta imposible comprobar si es cierta la presunción presidencial de que su fortuna asciende a unos 10.000 millones de dólares, cifra que la revista "Forbes" reduce a 4.000.

El resort Mar-a-Lago, su buque insignia de Florida, le proporcionó unos ingresos de 37,2 millones, que en el ejercicio previo (2015-2016) habían sido de 29,8 y en el anterior (2014-2015) de tan solo diez. Así pues, la entrada de Trump en la carrera presidencial, en junio de 2015, coincidió con un marcado ascenso de los beneficios del club, que, desde la llegada del magnate a la presidencia ha doblado la entrada que cobra a los nuevos socios.

Trump insiste en calificar Mar-a-Lago como "Casa Blanca de invierno" y se ha desplazado allí en numerosas ocasiones desde su toma de posesión, el pasado 20 de enero, lo que le ha valido duras críticas por los gastos acarreados, tanto en transporte como en seguridad. En abril pasado, sus adversarios estimaban que en poco más de dos meses Trump, que criticó con dureza las vacaciones de su antecesor Barack Obama en Hawai, ya había gastado en este concepto lo que el demócrata en dos años. Trump recibió en Mar-a-Lago en febrero al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y en abril al presidente chino, Xi Jingping. Fue desde allí desde donde ordenó y siguió el ataque a Siria con misiles "Tomahawk".

El último de los negocios abiertos por el magnate, el antiguo hotel Old Post Office, rebautizado Trump International Hotel, le reportó de septiembre a abril unos ingresos de 20 millones de dólares. Sobre el hotel recae la sospecha de ser la "sucursal lobista" de la Casa Blanca y es, además, el lugar donde se alojan numerosas delegaciones diplomáticas para complacer al presidente. Trump se enfrenta a una demanda por ello, ya que este tipo de ingresos pueden considerarse pagos de gobiernos extranjeros, prohibidos por la Constitución de EE UU.