Los iraníes acudieron ayer a las urnas con la crucial misión de decidir si renuevan su confianza en el actual presidente, el moderado Hasan Rohaní, y su proyecto aperturista pese a que las altas expectativas creadas hace cuatro años no se han cumplido.

La otra opción en las presidenciales era dar un golpe de timón hacia el conservadurismo que representa el clérigo Ebrahim Raisí, un rival de enjundia, defensor de los principios islámicos de Irán, escéptico con Occidente y cercano al líder supremo, Alí Jameneí.

El resultado puede suponer un gran cambio tanto sociocultural como en las relaciones internacionales de Irán, que salió de su aislamiento gracias al acuerdo nuclear firmado con el Grupo 5+1 en julio de 2015, el gran triunfo de Rohaní.

En un último intento de animar a los indecisos, el presidente iraní insistió en lo trascendental de la cita electoral al depositar su voto: "El pueblo determina su destino, el de sus hijos e incluso el de las próximas generaciones", aseguró.

Más de 56 millones de iraníes estaban convocados a las urnas en la jornada de ayer para elegir al futuro presidente y también a los representantes de los Consejos Municipales.

La elevada participación, que obligó a las autoridades a ampliar hasta en tres ocasiones el horario de votación, podría beneficiar a Rohaní, pero otras presidenciales iraníes del pasado recuerdan que las sorpresas pueden ser mayúsculas.

Aunque parte como favorito, si es derrotado se convertiría en el primer presidente desde la instauración de la República Islámica en 1979 en no encadenar dos mandatos. "Rohaní ha trabajado cuatro años, tenemos que darle la oportunidad de que siga su vía como hicieron los otros presidentes", dijo a Efe Masume, una ama de casa de 54 años.

Mientras rellenaba las papeletas junto a su hija en el centro religioso y cultural Hoseiniye Ershad, Masume defendió que Rohaní "tuvo mucho éxito" con el acuerdo nuclear, que permitió el levantamiento de las sanciones contra Irán a cambio de limitar su programa atómico.

Esta es una de las principales bazas del actual presidente, quien destaca el fin de la sanciones y la llegada de inversión extranjera -todavía escasa- como los principales factores que garantizarán el despegue económico de Irán.

Irán pudo crecer el año pasado un 8% y reducir la inflación del 40% (en 2013) a un 9,5%, pero el desempleo subió hasta el 12% y afecte a un tercio de los jóvenes, siendo este el punto débil aprovechado por su rival Raisí.

Rohaní también apeló durante la campaña al miedo, a la restricción de libertades si gana Raisí, aunque durante su primer mandato los avances en este campo no han sido tan radicales como muchos esperaban.