El centro-derecha francés asumió ayer que François Fillon será su candidato en las presidenciales de abril y mayo pese a su más que probable imputación en el caso de los empleos ficticios que supuestamente atribuyó a su esposa y a dos de sus hijos.

El paso atrás que por la mañana había dado el alcalde de Burdeos, Alain Juppé, a quien Fillon derrotó ampliamente en las primarias, y el baño de masas que el segundo se dio el domingo en París acabaron por convencer a Los Republicanos de que solo Fillon, aunque sea imputado, puede defender ya sus colores.

De hecho, antes de que el comité político del partido respaldara por unanimidad su candidatura, Fillon había sentenciado: "La decisión de Juppé confirma que no había un 'plan b'". Que es tanto como decir que las maniobras de los barones del centro-derecha para sustituir a un ex primer ministro por otro nunca tuvieron visos de éxito y que las presiones ejercidas sobre el aspirante para que se retirara han fracasado.