La líder del Frente Nacional (FN) francés, Marine Le Pen, finalizó ayer una controvertida visita al Líbano en la que recogió críticas por su postura de apoyo al dictador sirio, Bachar al Asad, y en la que no faltó el escándalo. Este último se desató cuando la política ultraderechista se negó a ponerse un velo islámico para entrevistarse con el Gran Mufti libanés. Como consecuencia, el encuentro fue suspendido.

"La más alta autoridad suní del mundo no tuvo esa exigencia y, por lo tanto, no tengo motivos para ponérmelo (ahora)", afirmó Le Pen, en referencia al encuentro que mantuvo en El Cairo, en 2015, con Ahmed al Tayeb, rector de la universidad de Al Azhar, la institución de referencia del islam suní en todo Oriente Medio.

Mientras, la Policía registraba la sede parisina del FN en busca de pruebas de supuestos empleos ficticios de varios asistentes de eurodiputados ultras que, en realidad, trabajarían en la sede parisina del partido.