La supervivencia en la Casa Blanca del teniente general Michael Flynn, consejero de Seguridad Nacional, está en el aire ante la posibilidad de que mintiera al vicepresidente Pence y a otros altos cargos del Gobierno sobre sus conversaciones con Rusia antes de la investidura de Trump. Según reveló "The Washington Post", Flynn habló varias veces con el embajador ruso, Sergey Kislyak, y en las conversaciones se trató del futuro de las sanciones impuestas a Rusia por la administración Obama. Esto constituye una ilegalidad ya que solo los miembros del Gobierno pueden implicarse en la política exterior.

El problema es que hasta ahora tanto el vicepresidente como otros altos funcionarios habían asegurado en declaraciones públicas que en las conversaciones exploratorias de Flynn con Kislyak no se trató el asunto de las sanciones. "No hablaron de nada que tenga que ver con la decisión de Estados Unidos de expulsar a diplomáticos o de imponer medidas contra Rusia", dijo Pence en una entrevista el 15 de enero con CBS News.

La versión oficial sostiene que si Pence y los otros altos cargos defendieron a Flynn fue porque este les aseguró en privado que no había hablado de sanciones con el embajador ruso. Todos ellos se sienten ahora engañados y están indignados con Flynn, lo que pone en alto riesgo su permanencia en un cargo que conlleva la presidencia del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) en las reuniones a las que no asiste el presidente.

Para la prensa de EE UU, que hasta ahora da por buena la versión oficial, la caída en desgracia de Flynn es un hecho. "Se está quedando sin amigos. El consenso general en la Casa Blanca es que ha mentido. El vicepresidente siente que le mintió. Está en un cargo que debe estar alejado de controversias y está ocurriendo todo lo contrario. Me sorprendería si durase mucho más", aseguró a "The Washington Post" un funcionario del Gobierno que pidió el anonimato.

Según "The Wall Street Journal", la Casa Blanca está debatiendo si mantiene en el cargo a Flynn, quien ya se ha disculpado por el suceso y ha reconocido que sí abordó las sanciones con Kislyak. Según el "Post", Trump ha expresado en privado su frustración por la polémica. Fuentes consultadas por "The Wall Street Journal" aseguran que el jefe de Estrategia de Trump, el ultra Steve Bannon defiende mantener a Flynn en el cargo, aunque apoyaría despedirlo si siguen los problemas.