El Gobierno de Donald Trumpresucitó ayer el "eje del mal" del presidente republicano George W. Bush al tomar el mismo día medidas contra Irán y Corea del Norte, dos integrantes de aquella nómina de países acusados de apoyar el terrorismo. EE UU impuso sanciones económicas a individuos y entidades iraníes en respuesta a su reciente prueba de misil. Y lo hace pocas horas después de que el propio Trump, vía Twitter, advirtiera a Teherán que "está jugando con fuego".

En concreto, las sanciones afectan a trece individuos y doce entidades relacionados con el programa de misiles balísticos iraní. En un comunicado, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Tesoro hace referencia a la "amenaza" que el citado programa supone para "la región, nuestros socios en todo el mundo y Estados Unidos". Pero también cita "el continuado apoyo de Irán al terrorismo" como justificación de las sanciones.

Trump acusa a los iraníes de no haber agradecido la "amabilidad" con la que su antecesor en el cargo, el demócrata Barack Obama, les trató al firmar el acuerdo nuclear de 2015, por el que, a cambio del levantamiento paulatino de las sanciones, que asfixiaban su economía, Teherán accedió a que la comunidad internacional vigilase los avances de su programa atómico.

En día previos, Trump ya había dicho que Irán estaba "bajo aviso" del Pentágono. Por ahora no hay reacción iraní a la ronda de sanciones, que podrían vulnerar lo acordado en Viena hace año y medio. Pero antes del anuncio, el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, también vía Twitter, declaró: "Irán indiferente ante las amenazas al obtener seguridad de nuestro pueblo. Nunca iniciaremos la guerra, pero solo podemos confiar en nuestros propios medios de defensa".

Horas antes, en Tokio, el secretario de Defensa de EE UU, James Mattis, lanzó el primer mensaje directo contra Corea del Norte al asegurar que Washington responderá de manera "abrumadora" a cualquier ataque de Pyongyang a su país o a sus aliados en la región, Japón y Corea del Sur.

Tras blindar la alianza con Seúl, Mattis prosiguió viaje hasta Japón, donde dijo al primer ministro, Shinzo Abe, que EE UU está comprometido "al cien por cien" con la defensa del país nipón. Las palabras del jefe del Pentágono parecen desmentir la advertencia lanzada en campaña por Trump, que amenazó con retirar tropas de ambos países si no aumentaban su aportación económica para mantener los contingentes.