La sociedad israelí reaccionó ayer con división ante la condena al sargento Elor Azaría, de 20 años, que el pasado marzo mató de un tiro en la cabeza en Hebrón (Cisjordania) a un palestino herido que había sido inmovilizado en el suelo tras intentar atacar con un cuchillo a otro militar. Se trata de la primera condena desde 2004 a un militar por matar en acto de servicio. La pena, que puede ser recurrida, será fijada en las próximas semanas y el soldado puede, en última instancia, ser indultado por el presidente israelí, Reuvén Rivlin, eventualidad que cuenta con el apoyo del primer ministro, Benjamin Netanyahu.

El juicio a Azaría, que alegó en su descargo el temor a que el palestino portase una bomba, ha sido seguido durante 9 meses por los israelíes, que tienen una mili obligatoria de dos a tres años. Una parte de la población defiende el indulto y considera justificado ajusticiar extrajudicialmente a un palestino que acaba de intentar un ataque, mientras que otra parte considera que no se deben violar las normas militares. Los grupos más izquierdistas y opuestos a la ocupación de los territorios palestinos denuncian como habitual e impune la violencia militar contra los palestinos.

Los hechos fueron perpetrados cuando la oleada de ataques palestinos con cuchillo o por atropello se encontraba en su apogeo y fueron grabados por la ONG israelí Betselem. Las imágenes, reproducidas viralmente en las redes sociales, muestran cómo Azaría dispara a corta distancia y con aparente frialdad al palestino Abdel Fatah Al Sharif, también de 20 años, cuando yacía inmóvil y sangrando a unos metros del cuchillo que había utilizado.

"La respuesta pública al incidente revela una profunda fractura en la sociedad israelí. Una parte significativa no se identifica con el código ético del Ejército", explicó el presidente del Instituto de Democracia de Israel, Yohanan Plesner. Una encuesta de este instituto difundida el pasado mes de septiembre explica que un 70% de los israelíes con edades entre 18 y 23 años apoya "matar a terroristas reducidos" en razón de la ola de ataques que se inició en octubre de 2015.

La familia de Azaría defendió que cualquier soldado actuaría como su hijo y recibió el veredicto gritando "¡es nuestro héroe!". Durante las cerca de tres horas que duró la lectura de la sentencia, cientos de defensores de Azaría protestaron en el exterior del tribunal militar en Tel Aviv contra su enjuiciamiento, entre gritos contra los árabes y contra los grupos de izquierda.

El tribunal emitió una dura decisión unánime en la que descartó uno a uno los argumentos de la defensa y consideró probado que el fallecido no suponía amenaza alguna y que el soldado no tenía motivos para disparar y lo hizo sabiendo que mataría. "Su motivo para disparar fue que sentía que el terrorista merecía morir", señaló la presidenta de la corte, Maya Heller. El tribunal también tuvo en cuenta que Azaría declaró tras el suceso que Al Sharif "merecía morir" porque antes había atacado a su compañero.