El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció ayer la firma de un acuerdo de alto el fuego en todo el territorio de Siria entre el régimen del dictador Bachar al Asad y los rebeldes alzados en armas. El entendimiento, alcanzado con la mediación de Rusia y Turquía, debía entrar en vigor la pasada medianoche (hora local, las diez de la noche en España), según confirmaron fuentes militares de Damasco. Rusia es, junto a Irán, el principal aliado de Asad, mientras que Turquía apoya a los llamados insurgentes moderados.
Las fuentes añadieron que el alto el fuego excluye a los dos grandes grupos yihadistas envueltos en el conflicto sirio, el Estado Islámico (EI) y el Frente de la Conquista del Levante (antiguo Frente Al Nusra, en su momento filial siria de Al Qaeda), así como a todos los pequeños grupos vinculados a ellos. También quedan excluidas las milicias kurdas del YPG, apoyadas por EE UU y consideradas terroristas por Turquía, según se encargaron de precisar fuentes de los propios rebeldes.
Putin anunció igualmente un segundo acuerdo entre Damasco y la oposición moderada siria, por el que las partes se comprometen a observar medidas de control del alto el fuego y a "iniciar negociaciones de paz para el arreglo" del conflicto. El diálogo de paz, que bajo los auspicios de la ONU se ha venido celebrando en Ginebra, lleva paralizado desde el pasado mes de abril. Las nuevas conversaciones se iniciarían dentro de aproximadamente un mes en Astaná, la capital de Kazajistán.
El presidente ruso también adelantó que se efectuará una reducción de la presencia militar de su país en Siria, donde las fuerzas del Kremlin están presentes desde septiembre de 2015. "Estoy de acuerdo con la propuesta de Defensa sobre la reducción de nuestra presencia militar en Siria, teniendo en cuenta que, por supuesto, continuaremos la lucha contra el terrorismo internacional", señaló Putin.
Rusia, que tiene una base naval en la costa siria desde los tiempos de la URSS, inició su intervención en el conflicto en septiembre de 2015, con el objetivo declarado de combatir a los yihadistas del Estado Islámico. Sin embargo, desde los primeros compases de la intervención se resaltó que los ataques rusos han estado destinados a reforzar las posiciones de Asad, quien desde entonces ha invertido con toda claridad el curso de la guerra a su favor.
El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, aplaudió el acuerdo anunciado ayer y subrayó que, si las partes lo aplican, se salvarán vidas y se sentarán las bases para las conversaciones de paz, casi un año después del fracaso de la anterior ronda de diálogo. Se estima que la guerra civil siria ha causado desde marzo de 2011 entre 300.000 y 450.000 muertos, a la vez que ha generado unos cinco millones de refugiados y otros seis millones de desplazados internos.
EE UU, que ha quedado fuera de las conversaciones conducentes al acuerdo, lo calificó de "positivo" y reclamó su aplicación "plena". Sus aliados kurdos anunciaron, por su parte, la aprobación de una hoja de ruta para implantar un nuevo gobierno, de corte federal, en el norte del país, que con toda seguridad será rechazado tanto por Damasco como por Turquía.
