Un policía turco de 22 años asesinó ayer al embajador ruso en Ankara, Andrei Karlov, en la inauguración de una exposición fotográfica y mientras profería gritos en favor de la ciudad siria de Alepo. El atacante fue abatido poco después.

Según los testigos, el agente entró en la sala cultural de arte contemporáneo Çankaya de Ankara, identificándose como policía y dando la impresión de que su tarea era proteger al embajador, que ofrecía un breve discurso en el acto. El atacante, vestido de etiqueta, con traje negro, camisa blanca y corbata, disparó al diplomático por la espalda. Luego gritó varias veces "Alahu Akbar" ("Alá es grande"), según se aprecia en un vídeo que circula por las redes sociales.

El atentado se produce en víspera de un encuentro tripartito que reunirá en Moscú a los ministros de Exteriores de Rusia, Turquía e Irán, para tratar de encontrar una salida a la situación en Alepo, en el norte de Siria, y acercar posturas para futuras negociaciones de paz.

Varios testimonios confirman que el asesino actuó solo y que no parecía tener cómplices dentro del edificio. "¡No se olviden de Alepo, no se olviden de Siria. A menos que nosotros estemos todos seguros, ustedes tampoco sentirán seguridad. ¡Vuelvan, vuelvan! Todos aquellos que compartan esta opresión y tortura pagarán por ello", exclamó el policía en turco tras cometer la agresión. "Sé que no voy a salir vivo de aquí", agregó el atacante antes de indicar a los asistentes al acto que no les haría daño y que abandonaran el lugar.

Poco después, la policía turca entró en la sala y en un tiroteo abatió al asaltante.

El ministro de Interior de Turquía, Süleyman Soylu, confirmó que el asesino era un agente que formaba parte de las fuerzas antidisturbios de la Policía turca. Nacido en 1994 en Söke, una ciudad en el oeste del país, se llamaba Mevlüt Mert Altintas y llevaba dos años y medio en el Cuerpo.

La víctima, Andrei Karlov, tenía 62 años, estaba destinado en Turquía desde 2013 y era un experimentado diplomático, con más de 35 años de carrera.

Este asesinato supone un duro revés para la cooperación entre Moscú y Ankara en la lucha contra el terrorismo yihadista y el arreglo del conflicto en Siria.

"El crimen es, sin lugar a dudas, una provocación destinada a abortar la normalización de las relaciones ruso-turcas y torpedear el proceso de paz en Siria", señaló ayer el presidente ruso, Vladímir Putin, tras tener notica del asesinato. Tras confirmarse la muerte del embajador en pleno centro de la capital turca, Putin se reunió con su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y con los jefes del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB) y del Servicio de Inteligencia Exterior. "Nuestra respuesta será el reforzamiento de la lucha contra el terrorismo. Los bandidos lo sentirán en sus propias carnes", advirtió Putin, que tachó de "vil" el asesinato del diplomático y acordó con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, la investigación conjunta de lo ocurrido en Ankara.

"Debemos saber quién está detrás del asesino", dijo Putin, que ha encargado garantizar tanto la seguridad de las legaciones diplomáticas rusas en Turquía como las turcas en territorio ruso.

Erdogan aseguró que el asesinato es una "provocación que tiene como objetivo destruir la normalización" entre ambos países. "Tanto la Administración rusa como la turca no lo vamos a permitir", señaló Erdogan en una primera declaración en la que confirmó que ambos países crearán una comisión conjunta de investigación para esclarecer el caso.