Al menos 13 militares perdieron ayer la vida en la ciudad turca de Kayseri en un atentado suicida contra un autobús civil en el que viajaban soldados de permiso, que también dejó heridas a otras 56 personas. Se trata del duodécimo gran atentado perpetrado en suelo turco este año y se produce una semana después del que, el pasado sábado, mató en Estambul a 44 personas. La autoría de aquel ataque se la atribuyó el grupo Halcones de la Libertad de Kurdistán, grupo radical escindido de los secesionistas del PKK.

El ataque de ayer se produjo sobre las 08.45 hora local (dos horas menos en España), cuando un conductor suicida hizo explotar un coche bomba junto a un autocar del servicio público de transporte cerca del campus universitario de Erciyes, en una avenida donde también se levanta un complejo de cuarteles militares.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, atribuyó la autoría del ataque a los rebeldes del PKK, aunque no los citó de modo expreso. "Queda totalmente claro el objetivo esencial de la organización terrorista separatista y de sus tácticas y los blancos de sus ataques: bloquear Turquía, meterle palos entre las ruedas, dispersar su fuerza y energía", dijo el islamista autoritario.

Fue el vicepresidente del Gobierno, Numan Kurtulmus, quien de modo directo atribuyó la autoría al PKK: "Debemos tener en cuenta todas las posibilidades, pero las señales actuales apuntan al PKK", dijo. Kurtulmus señaló que el tipo de explosivo utilizado en el ataque es parecido al del atentado del sábado pasado en Estambul. El ministro de interior, Süleyman Soylu, anunció que la Policía ha detenido a siete sospechosos y que hay orden de busca y captura contra otros cinco.