La alarma ante el yihadismo se amplificó ayer en Alemania -país que el pasado verano fue escenario de varios atentados de lobos solitarios- al desvelarse que un niño de 12 años, un germano-iraquí nacido en Alemania, se radicalizó hasta hacer dos intentos consecutivos de atentar contra el mercadillo navideño de su ciudad, Ludwighafen, situada en el oeste del país.

Según el semanario "Focus", el medio que desveló el caso, el niño, "fuertemente radicalizado", fue captado o influido por el grupo Estado Islámico, probablemente a través de internet.

El menor hizo su primer intento el 26 de noviembre -primer fin de semana de adviento, que es cuando se inauguran los mercadillos navideños, por lo que hay gran afluencia de público-, pero el artefacto que había preparado no se activó.

El pasado día 5, un paseante detectó una mochila sospechosa abandonada junto a un arbusto en las inmediaciones del ayuntamiento de la ciudad, situado entre el centro comercial y el mercadillo, dentro de la cual la policía halló un tarro de cristal relleno de material sospechoso. Las fuerzas de seguridad informaron de que la sustancia era una mezcla de fuegos artificiales y bengalas y, por tanto, inflamable, aunque no explosiva.

Los indicios de que un niño, y de esa edad, haya podido siquiera planear un atentado "alarman a cualquiera", admitió el portavoz del Gobierno, Steffen Seiebrt, quien consideró que lo pertinente es que la Fiscalía federal haya asumido, como ha hecho, la investigación, algo que solo ocurre en caso de delitos graves. El que, a causa de su temprana edad, el niño no pueda ser considerado penalmente responsable, no implica que no se trate de un delito, añadieron fuentes del ministerio de Justicia.

Ni la Fiscalía federal ni las autoridades de Ludwigshafen han dado más detalles sobre la peligrosidad real del artefacto o sobre la identidad del niño. "Solo podemos informar de que el menor está a buen recaudo y de que no entraña ya peligro alguno", declaró la alcaldesa, Eva Lohse.

La utilización de niños para atentar es una práctica hasta ahora desconocida en Europa pero no en Oriente Medio. Ayertres personas murieron y otra fue herida en un atentado suicida perpetrado por una niña de siete años contra una comisaría de Damasco. Según un testigo, "la niña entró en la comisaría fingiendo que estaba perdida y detonó el cinturón de explosivos".