El régimen sirio de Bachar Al Asad dio ayer por conquistada Alepo oriental -uno de los bastiones rebeldes-, al proclamar que controla por completo el 98% de su superficie. La conquista, avalada en grandes líneas por el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, llega tras una ofensiva de Rusia y Siria iniciada el pasado 15 de noviembre y que ha causado al menos un millar de muertos. En las últimas 24 horas fueron unas 13.500 las personas que abandonaron el este de Alepo, donde el pasado fin de semana aún se encontraban atrapadas unas 150.000.

En el interior de los escasos reductos que siguen en manos opositoras la situación era ayer de completa desesperanza. "Hay muertos y heridos en las calles y debajo de los escombros; ahora mismo no hay nadie que los pueda salvar porque el bombardeo es intenso. Nuestra situación es dificilísima", explicó a "Efe" uno de los pocos médicos que permanecen en esas calles, Mohamed Abu Rayeb.

Mientras los gubernamentales conquistaban Alepo oriental, desde la histórica Palmira llegaba la confirmación de un revés temido durante todo el fin de semana: su reconquista por los milicianos del grupo yihadista Estado Islámico, ocho meses después de perderla. Fuentes rusas aseguraron que los terroristas usaron coches bomba y suicidas para romper las defensas de la ciudad. Para Moscú, la pérdida de Palmira es responsabilidad de la coalición internacional, que en los últimos días ha rebajado la intensidad de sus bombardeos sobre Raqa, la capital del EI en Siria. Sin embargo, Moscú no alude a los 40.000 soldados adicionales que Damasco ha desplegado para conquistar Alepo oriental.

Con todo, la guerra siria parece muy lejos de terminar, pues en el norte y el centro del país siguen abiertos varios frentes. En la zona de Aquirabat (centro), bajo control del EI, al menos 53 personas murieron ayer en un ataque con supuestos gases tóxicos lanzado por aviones de guerra de origen desconocido.