Paolo Gentiloni, ministro de Exteriores en el gabinete del dimisionario primer ministro Matteo Renzi, un hombre de perfil bajo y muy próximo al político florentino, aceptó hoy el encargo de formar un nuevo Gobierno en Italia y buscar así una solución a la crisis política del país.

El presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, solicitó a Gentiloni asumir este compromiso, horas después de terminar las consultas con todas las fuerzas políticas tras la dimisión de Renzi por el fracaso que obtuvo en el referéndum del 4 de diciembre sobre la reforma constitucional.

Gentiloni acepta el cargo "con reservas", anunció el secretario general de la República italiana, Ugo Zampetti, una fórmula que se utiliza habitualmente hasta el juramente oficial del puesto, que en este caso aún no se sabe cuándo ocurrirá.

"Agradezco al presidente de la República por el encargo que me ha conferido. Trataré de llevar a cabo la tarea con dignidad y responsabilidad" y de "facilitar el trabajo de las fuerzas parlamentarias para definir con necesaria brevedad las nuevas reglas electorales", dijo Gentiloni en una comparecencia ante los medios.

"Soy consciente de la urgencia de dar a Italia un gobierno en plenitud de sus poderes para afrontar con la máxima determinación los compromisos internacionales, económicos y sociales, comenzando por la reconstrucción de las zonas golpeadas por el terremoto", agregó.

Gentiloni deberá ahora configurar su Gobierno, el número 64 en los últimos 70 años, para poder así gestionar algunos compromisos urgentes como la puesta en marcha de una ley electoral que permita celebrar elecciones en el país.

En Italia rigen dos leyes electorales distintas para la Cámara de Diputados y para el Senado y, mientras que la que afecta a la Cámara Alta fue declarada inconstitucional en 2013, el Tribunal Constitucional prevé pronunciarse sobre la otra el próximo 24 de enero.

Pero no será la única tarea de la que deberá responsabilizarse Gentiloni, que también tendrá que gestionar la organización de citas internacionales, como la celebración del 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma -que en 1957 fue el germen de la Unión Europea- o la cumbre del G7 en la ciudad siciliana de Taormina.

El delicado momento de la banca italiana

El nuevo Gobierno también deberá hacer frente a la situación delicada en la que se encuentra el banco toscano Monte dei Paschi di Siena (MPS), ahogado en una amplia cartera de créditos morosos de los que trata de deshacerse mientras está inmerso en una ampliación de capital de 5.000 millones de euros (unos 5.270 millones de dólares).

El MPS se encuentra en un momento de reestructuración y saneamiento de sus cuentas, después de que en julio pasado fuera la única entidad que quedó por debajo de los valores mínimos exigidos a 51 bancos europeos evaluados por la Autoridad Bancaria Europea.

Además, tenía de plazo inicial hasta finales de diciembre para captar inversión privada para su recapitalización, pero ha tenido que pedir una prórroga al Banco Central Europeo (BCE) hasta el 20 de enero porque no ha logrado conseguir ni la mitad de esos 5.000 millones de euros que necesita.

El pasado viernes, MPS se desplomó más de un 10 por ciento en la Bolsa de Milán después de que informaciones no confirmadas aseguraran que el BCE ha rechazado esta moratoria.

La situación del MPS preocupa a Italia y también a Europa, pues plantea dudas sobre el estado de solvencia del entero sistema bancario del país.

Un Ejecutivo con la mayoría de las fuerzas políticas

El Partido Demócrata (PD) de Renzi había pedido días atrás la conformación de un Ejecutivo que contase con la participación de la mayoría de fuerzas políticas, pero grupos como el populista Movimiento Cinco Estrellas (M5S) o la xenófoba y ultraderechista Liga Norte rechazaron apoyarlo y pidieron comicios lo antes posible.

"Por esto, no por elección, sino por sentido de la responsabilidad, nos moveremos en el cuadro del Gobierno dimisionario", explicó Gentiloni.

El nuevo Gobierno será el cuarto no elegido en las urnas en los últimos cinco años, una anomalía política que han criticado con dureza partidos de la oposición como la Liga Norte o M5S, que han considerado esencial que se convoquen elecciones.

De espíritu dialogante y sereno, con un carácter de autocontrol y de "calma olímpica", tal y como lo describen los medios, Gentiloni es sobre todo un conocedor profundo de los asuntos de calado internacional.

Ahora toma el relevo en la jefatura del Gobierno italiano a Renzi, que sigue al frente del PD y que, si bien deseó hoy a su sustituto sus mejores deseos, también dejó claro que no tira la toalla.

"A los millones de italianos que quieren un futuro de ideas y esperanza para nuestro país, les digo que no nos cansaremos de intentarlo", escribió en su perfil de Facebook.

Tras su nombramiento, Gentiloni se reunió con los presidentes de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini, y del Senado, Pietro Grasso.