La justicia holandesa consideró ayer al líder de la ultraderecha, Geert Wilders, culpable de incitar a la discriminación pero no al odio, en una condena considerada simbólica.

El juez dio por "suficientemente probados" los cargos por "insultos a un grupo", en relación con unas declaraciones de 2014 en las que Wilders prometía reducir el número de marroquíes en Holanda. Sin embargo, el tribunal estimó que los cargos por incitación al odio "no han sido probados". Wilders señaló, en unas declaraciones en las que atacó a políticos, jueces y periodistas, que ni él ni sus seguidores son "racistas" y prometió "recuperar la libertad de expresión" cuando gane las legislativas de marzo próximo.