Un total de 306 policías de Inglaterra y Gales han sido acusados de abusos sexuales a detenidos, a denunciantes de delitos -en particular a mujeres víctimas de violencia doméstica-, a drogadictos y a prostitutas. La acusación es el resultado de una investigación de la Real Inspección de la Policía sobre un periodo de dos años comprendido entre marzo de 2014 y el pasado marzo.

Los inspectores han recibido 436 denuncias de abusos sexuales, que involucran a los citados 306 policías así como a 20 ayudantes y seis empleados de la Policía. Cuarenta de los denunciados ya han sido despedidos por abuso de autoridad, pero se teme que el número total de tropelías sea muy superior a los centenares que han sido denunciados.

El inspector Mike Cunningham, máximo responsable de la investigación, aseguró que las fuerzas del orden tienen que ser más activas en el combate contra la corrupción policial. "¿Qué puede ser peor que un protector que abusa de la confianza de una persona que ha sido víctima de abusos?", reflexionó Cunningham, para quien "es probable que el problema sea más serio de lo que las cifras recopiladas hasta ahora muestran".

La ministra de Interior, Amber Rudd, calificó de escandaloso el informe y aseguró que "perjudica a la Justicia y a la confianza de la población". "La gran mayoría de los policías hacen su trabajo con integridad y sé que compartirán mi determinación de garantizar que los más vulnerables de nuestra sociedad reciben la protección que merecen", declaró la titular de Interior.

Al menos el 40% de las acusaciones han sido presentadas por mujeres que acudieron a la policía tras haber sido víctimas de violencia doméstica. Los casos denunciados incluyen el de una mujer violada cuando viajaba en un furgón policial o el de una adolescente de 15 años que, tras sufrir una violación, fue obligada a mantener relaciones sexuales con un policía. Esta última agresión fue perpetrada a principios de este año y el violador ya ha sido expulsado de la Policía.

Según el informe, algunos agentes policiales parece que "no entienden claramente" los límites que deben establecer en el curso de sus relaciones con personas vulnerables. Otros agentes, denuncia el documento, son "depredadores sexuales", psicópatas que ingresan en la Policía con el objetivo de abusar de las víctimas o explotarlas sexualmente.