"Hemos tenido millones de votos pero no son suficientes". El primer ministro Matteo Renzi asumió de madrugada en estos términos el fracaso de su intento de reformas la Constitución italiana. "Me corresponde la responsabilidad de la derrota", dijo como confirmación de lo que ya anticipaban los primeros votos escrutados y los sondeos a pie de unas urnas que cerraron a las once de la noche. Renzi anunció que hoy presentará su dimisión al presidente de la República, Sergio Mattarella. Como confirmación de las encuestas previas, el "no" habría cosechado en torno al 60 por ciento de los votos, frente al 40 por ciento de partidarios de una amplia modificación de la Constitución que vendría a alterar el orden político que domina en Italia desde la posguerra.

Según los datos del ministerio del Interior, el "no" conseguía 45 minutos después del cierre de las urnas cerca de un 60% de los votos escrutados, mientras que el "sí" alcanzaba en torno al 39%. Esos datos equivalían a unos 320.800 votos en contra de la reforma constitucional propuesta por el Gobierno de Renzi y unos 210.800 a favor. La participación alcanzó en el conjunto del territorio italiano el 68,99%.

Renzi vinculó su futuro político al triunfo de esta reforma, cuyo efecto más visible sería acabar con el bicameralismo perfecto al recortar las atribuciones del Senado y dejarlo reducido a una cámara de representación territorial con escasa capacidad política. Antes de que comenzase la comparecencia del primer ministro ya arreciaban las peticiones de dimisión entre los partidarios del "no", todos los partidos excepto el de Renzi, en el que también se dejaron oir vices discordantes.

El Gobierno de centroizquierda defendía la reforma, pero afrontaba el rechazo de la oposición radical de izquierda y de la derecha, además de una minoría en el seno del partido que lidera Renzi, el Partido Demócrata. Los partidarios del sí defendían la necesidad de los cambios constitucionales para dotar de agilidad al modelo político italiano. Para los detractores, la reforma centraliza en exceso el poder y también. Para todos, la jornada de ayer era además la oportunidad de medir la aceptación de la gestión de Renzi, que no fue elegido en las urnas.

Gran parte de la atención internacional, especialmente la de los socios de la Unión Europea se centra ayer en Italia por los temores sobre la inestabilidad que la victoria del no pueda ocasionar, al igual que ya ocurrió en junio pasado tras la decisión de los británicos de romper con los socios europeos.

Italia, la tercera economía de la zona euro, se encuentra en un momento delicado a nivel económico, con un sistema bancario que acumula 360.000 millones de euros en créditos morosos.

Uno de los principales bancos afectados es Monte dei Paschi di Siena, inmerso en una ampliación de capital de 5.000 millones de euros. Una situación de inestabilidad podría ahuyentar a los inversores, señaló recientemente el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan.

En la última semana, la prima de riesgo italiana, que mide el diferencial entre el bono alemán a diez años y el italiano en el mismo periodo, ha subido y el viernes cerró en los 168 puntos básicos.