Barack Obama y Vladimir Putin no han querido marcarse en los funerales de Fidel Castro. Ni el presidente de EE UU ni el vicepresidente, Joe Biden, viajarán a La Habana, y la representación norteamericana correrá a cargo del asesor adjunto de seguridad nacional, Ben Rhodes, quien lideró las negociaciones para la normalización de relaciones con la isla. Además, el portavoz presidencial, Josh Earnest, señaló que Estados Unidos no enviará una "delegación oficial" a la capital cubana.

Por su parte, el presidente ruso será el gran ausente en las honras fúnebres. En el caso de Rusia sí habrá delegación oficial, pero la encabezará el presidente de la Duma (Cámara Baja del Parlamento), Viacheslav Volodin.

A media tarde (hora española) llegó a La Habana el Rey emérito, Juan Carlos I, para asistir en la Plaza de la Revolución a un "acto de masas" que estaba previsto que comenzara hacia la una de la pasada madrugada.

La decisión de enviar al Rey Juan Carlos a las exequias de Castro se ha estudiado con sumo cuidado y responde al deseo del Gobierno de estar "en el sitio justo en cada momento", según fuentes diplomáticas, que creen que su presencia será apreciada por parte del pueblo cubano, al tiempo que permitirá mantener la interlocución con el Ejecutivo de Raúl Castro.

Quien no pudo viajar fue el líder de Sortu, Arnaldo Otegi, dado que su vuelo hacia Cuba tenía que cruzar el espacio aéreo estadounidense, algo que Washington no le permite por haber sido condenado por terrorismo.

Mientras tanto, el presidente cubano, Raúl Castro, fue el último en acudir ayer al Memorial José Martí, que durante dos días se ha convertido en el centro del homenaje popular a su hermano Fidel. Por allí pasaron, entre otros, los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y Bolivia, Evo Morales, mientras, en la embajada cubana en Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, firmaba en el libro de condolencias.