La transición hacia la presidencia Trump sigue deparando sorpresas y conmociones de todo signo. Mientras las quinielas crecen hasta salirse del papel, el equipo de transición anunció ayer que el magnate ha puesto un veto de cinco años a las puertas giratorias.

Trump, según las fuentes, exigirá cumplir un estricto código que impedirá a quienes acepten un empleo en su Administración trabajar en los "lobbys" una vez que haya terminado su vínculo con la Casa Blanca. La medida tiene como objetivo evitar las puertas giratorias entre la Casa Blanca y los grupos de presión que abundan en Washington, uno de los principales caballos de batalla de Trump durante la campaña para denunciar la "corrupción" del sistema político.

Obama impuso en 2008 un código menos restrictivo que tan solo prohibía a los extrabajadores usar sus influencias en la agencia gubernamental para la que habían trabajado, pero les daba vía libre en el resto de áreas del Gobierno. Además, el código de Obama prohibía ejercer como "lobista" pero no trabajar como abogado, consultor o asesor en las mismas funciones, una brecha que muchos de sus colaboradores han aprovechado.

En el runrún de las quinielas, la palma se la llevó ayer el yerno del presidente electo, Jared Kushner, quien, según varios medios de comunicación de EE UU, ocuparía un puesto clave en la Casa Blanca. El diario "The Wall Street Journal" señala que Kushner estudia la posibilidad de tener un papel formal en el Gobierno, como asesor o consejero, pero también la opción de trabajar sin cargo oficial.

Según algunos expertos, el yerno de Trump, de 35 años, podría tener dificultades con una ley contra el nepotismo aprobada en los años 60. Sin embargo, a priori nada le impediría trabajar como asesor del presidente sin recibir un sueldo.

Otro nombre que suena es el de el máximo ejecutivo del banco JP Morgan, Jamie Dimon, quien días atrás fue sondeado para ver si estaba interesado en ser secretario del Tesoro, cargo para el que también han sonado el exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani.