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Trump, enredado en los reduccionismos

Las grandes propuestas económicas del futuro presidente de EEUU colisionan entre sí y abren grandes incógnitas sobre su aplicación en los términos simples planteados

Trump, enredado en los reduccionismos

Los mercados probablemente no se acaban de creer que la media docena de grandes enunciados económicos proclamados por Donald Trump durante la campaña electoral de EE UU sean realizables en su totalidad cuando tome posesión en enero.

| Obra pública. Una de las principales propuestas de Trump es el gran plan de obra pública por 500.000 millones de dólares en cinco años que "dará trabajo", dijo, "a muchísimas personas".Además, y como negacionista del cambio climático, pretende relanzar la explotación de energías fósiles (más intensivas en empleo que la renovables) en detrimento de las fuentes limpias. Trump quiere conciliar esta ofensiva con la expulsión de 11 millones de extranjeros irregulares. Y ello en un país que redujo su tasa de paro al nivel del pleno empleo técnico: 5% de la población activa. Deportar 11 millones de personas supone prescindir del equivalente a casi todo el empleo creado (algo más de 12 millones) desde 2011. Aunque puede haber paro oculto a causa del factor desánimo (y más por la mala calidad del empleo tras la recesión), no es probable que la totalidad de los 15,3 millones de personas en que aumentó la población inactiva desde 2008 integren la reserva de parados tácitos reactivables.

| Rebaja fiescal. El futuro presidente ha comprometido rebajas fiscales por un importe de 4,4 a 5,9 billones de dólares en cinco años junto con una mayor inversión pública y un incremento de los gastos en defensa: pasará del 3% al 6% del PIB, lo que entraña un aumento de otros 500.000 millones.A cambio, compromete un ajuste en otras partidas de apenas 800.000 millones. Más gasto e inversión con menos impuestos se tradujo en anteriores mandatos republicanos (Reagan y los Bush) en más déficit y más deuda públicos.

| Proteccionismo. El discurso populista de Trump se fundamenta en tres reduccionismos contrarios a la evidencia: que las economías desarrolladas y demográficamente envejecidas pueden prescindir de la inmigración, que es posible gastar más con menos impuestos y que el proteccionismo genera prosperidad. Trump va a elevar los aranceles, ahora de media en el 3%. En el caso de las importaciones mexicanas quiere subirlos al 35% y al 45% en el caso de las chinas. Y aplicará impuestos disuasorios a las compañías que trasladen producción al exterior.Trump no cuenta con las represalias comerciales de los países afectados. O al menos no ha hecho alusión a ello.

| Inflación. Las ganancias de competitividad que Trump persigue forzar por la vía unilateral de gravar las importaciones se puede ir por el sumidero de la inflación. Todas sus propuestas son inflacionarias.La suma de expulsión masiva de mano de obra inmigrante y barata, las políticas de estímulo fiscal con más gasto e inversión, las rebajas fiscales, el aumento previsible del ya elevado déficit público y el súbito y contundente encarecimiento de las importaciones en hasta 42 puntos en algunos casos conforman una explosiva atmósfera inflacionaria. La inflación resta competitividad y obligará a la política de nacionalismo económico a intensificar las barreras aduaneras. Con datos de septiembre, la inflación general está en el 1,1% pero la subyacente (sin contar el efecto del petróleo barato y los alimentos no elaborados) ya está en el 2,3%, tres décimas por encima del objetivo del banco central. Una inflación elevada empobrecería a la ciudadanía, restaría poder adquisitivo y erosionaría el valor del dólar.La elevación súbita obligaría a endurecer la política monetaria, subiendo tipos y retirando la gran inyección de dólares que fabricó desde 2009 la Reserva Federal (Fed), cuyo balance pasó de 0,85 a 4,5 billones.

| Política monetaria. Trump se ha contradicho varias veces sobre qué política monetaria desea. En otros asuntos (caso del salario mínimo interprofesional) ha modificado su posición hasta catorce veces. Se sabe que es enemigo de la independencia del banco emisor (uno de los grandes consensos internacionales en los últimos decenios) y que no desea a la actual presidenta de la Fed,Janet Yellen, cuyo mandato termina en 2018.

Trump acusó a Yellen de mantener los tipos muy bajos con fines políticos para favorecer a la Administración demócrata de BarackObama y, en consecuencia, a la candidata de este partido, Hillary Clinton. Trump le atribuyó crear una "economía falsa" (la expansión la acometió en realidad el republicanoBen Bernanke) y proclamó el agotamiento de los estímulos monetarios, que pretende sustituir por los fiscales. Pero, a la vez, y en manifiesta contradicción, el futuro presidente aboga por aplazar la subida de tipos.

Los tipos bajos abaratan el endeudamiento que causaría su política de estímulo fiscal con aumento de gasto y rebaja tributaria.Y además un repunte severo de las tasas frenaría la escalada bursátil y la revalorización de activos, lo que causaría un "efecto pobreza" entre los inversores que le sería imputable. A su vez, la subida de tipos apreciaría el dólar y esto neutralizaría parte del efecto proteccionista que propugna.

| Una economía poderosa. Otra de sus paradojas es que mientras promete "Hacer América grande de nuevo", reniega de un dólar apreciado. "Suena bien decir 'tenemos un dólar fuerte'. Pero ahí se acaba", dijo en mayo. Pero ambas posiciones son antitéticas. El tipo de cambio de la moneda refleja el poderío de la economía que la sustenta.Un renacer y expansión económicos como los que promete revalorizaría la moneda. Y las políticas proteccionistas, en tanto que disuaden las importaciones y en la medida en que reduzcan los déficits comerciales (es decir, en ausencia de represalias comerciales por el resto de países), propenden a apreciar las divisas.

| Moneda de reserva y China. Debilitar la moneda tiene márgenes de tolerancia porque el dólar sigue siendo la primera moneda de reserva del mundo y preservar esta condición es de sumo interés para EEUU. porque es este rango el que hace sostenible el fastuoso endeudamiento fiscal y externo del país. Por lo tanto, Trump tendrá que ser cuidadoso en no socavar la credibilidad de la Reserva Federal para no soliviantar a los mercados. Y la opción de repudiar o reestructurar la deuda aún sería peor. Este atajo lo insinuó el 6 de mayo. Pero sólo la hipótesis tensionaría los tipos y las primas de riesgo. Así que tres días después rectificó:EEUU, dijo, nunca dejará de pagar su deuda ni la renegociará. Esto limita sus posibilidades de iniciar una "guerra comercial" contra China.Su propósito es declarar a China como "manipulador del tipo de cambio", lo que niegan muchos analistas. El yuan está apreciado más que depreciado. En todo caso, China es titular de las mayores reservas de dólares y activos nominados en esta moneda. Y con su manejo puede represaliar a EEUU. Pekín es el principal financiador de los descubiertos de Washington. Y como dijo Hillary Clinton en 2009 en un cable revelado por Wikileaks, "¿Cómo negocias con mano dura con tu banquero?".

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