El presidente ruso, Vladimir Putin, admitió ayer, tras conocer los resultados electorales en EE UU, que no será fácil restablecer las "degradadas relaciones" de su país con el "gigante" norteamericano, pese a la victoria de Donald Trump en las presidenciales. "Entendemos y somos conscientes de que no será un camino fácil dada la degradación en la que, lamentablemente, se encuentran las relaciones entre EE UU y Rusia", dijo Putin al recibir las cartas credenciales de varios embajadores en el Kremlin.

Putin destacó que Rusia conoce las declaraciones de Trump cuando era candidato, "encaminadas al restablecimiento de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos". "Como ya he dicho en varias ocasiones, no es nuestra culpa que las relaciones ruso-estadounidenses se encuentren en tal estado. Pero Rusia está dispuesta y desea una restauración plena", señaló Putin.

Para el presidente ruso, una hipotética mejora de las relaciones "beneficiaría tanto al pueblo ruso como el estadounidense, e influiría positivamente en el clima internacional, teniendo en cuenta la responsabilidad de ambos países en apoyar la estabilidad y la seguridad globales".

"Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea posible para devolver las relaciones ruso-estadounidenses a una trayectoria estable de desarrollo. Partimos de que no será un camino fácil, pero estamos dispuestos a hacer nuestra parte", insistió Putin.

Por su parte, la canciller alemana, Angela Merkel, ofreció una "estrecha colaboración" a Donald Trump, sobre la base de los "valores compartidos de democracia, libertad y respeto al otro". Además, recordó que la relación transatlántica es "un puntal" en la política exterior alemana. "Con ningún otro país fuera de la Unión Europea tenemos una relación tan profunda como con EE UU", apuntó la canciller,

Merkel recibirá la próxima semana en Berlín al presidente Barack Obama, con quien celebrará una cumbre a la que también asistirán los líderes de Francia, Reino Unido, Italia y España.

En un tono mucho más frío que el de la canciller germana, el presidente francés François Hollande, felicitó a Donald Trump por su victoria, pero advirtió de que, en el "periodo de incertidumbre" que se avecina, Francia actuará con "vigilancia" y "franqueza".

Hollande criticó durante la campaña los excesos de Trump, hasta el punto de decir que "han acabado por provocar arcadas". El mandatario tachó de "ofensivos y humillantes" ciertos comentarios del magnate.

"Estados Unidos constituye un aliado de primer orden", subrayó el presidente francés, que citó la lucha contra el terrorismo, la estabilidad en Oriente Próximo y el control del cambio climático como desafíos pendientes. Hollande quiere hablar "cuanto antes" con la futura Administración norteamericana, a la que ha prometido "vigilancia" y "franqueza". "Este nuevo contexto exige que Francia sea fuerte y asuma sus responsabilidades, como lo ha hecho desde 2012", añadió el presidente galo.

El mandatario francés abogó por tener "una Europa unida con peso político" y reiteró que Francia, por su parte, seguirá trabajando en aras de una " mayor cooperación transatlántica". Lo hará, indicó, "sin concesiones y con completa independencia".

Francia también se la juega en términos electorales el próximo año, con unos comicios presidenciales en los que los socialistas podrían quedar relegados a la irrelevancia. La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, fue una de las primeras políticas europeas en felicitar a Donald Trump.