El candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, crispó ayer aún más la campaña de las presidenciales del 8 de noviembre al acusar a su rival demócrata, Hillary Clinton, de haber tomado drogas antes del segundo cara a cara, el pasado día 9, y pidió que se les someta a ambos a una prueba antinarcóticos antes del tercer y último debate, el próximo miércoles.

"Somos como atletas (...) y a los atletas les hacen someterse a un control antidrogas. Yo creo que deberían hacernos un control antidrogas antes del debate (del miércoles), porque no sé lo que le pasa" a Clinton, dijo Trump en un mitin en Portsmouth (Nuevo Hampshire). "Al comienzo del último debate, ella tenía muchísima energía. Y después, al final... Estaba deseando que la bajaran (del escenario). Apenas podía llegar a su automóvil", añadió. El republicano, que ha alimentado varios rumores sobre la salud de Clinton en los últimos meses, criticó a su rival por no tener programado ayer ningún acto de campaña, al asegurar que está "descansando" para el debate a pesar de que aún "quedan cinco días".

El magnate aumentó sus ataques contra Clinton, varios líderes de su propio partido y los medios tras la divulgación, hace ocho días, de un vídeo de 2005 en el que él hacía comentarios machistas y denigrantes, y la posterior acusación de varias mujeres que aseguran que Trump abusó sexualmente de ellas hace años, lista a la que ayer se sumó Summer Zervos, exconcursante del programa de televisión "The Apprentice", que el aspirante republicano presenta.

De hecho, Trump adelantó el viernes que está ultimando una denuncia contra el magnate mexicano Carlos Slim, al que acusa de haber fabricado las acusaciones de acoso sexual en su contra.

Pero no acaban ahí los detalles escabrosos de una campaña, en este sentido, sin parangón. El equipo de Clinton comparó ayer el pirateo de sus correos electrónicos con el caso Watergate, que desembocó en la renuncia del presidente Nixon en 1974. Un portavoz de Clinton, Glen Caplin, cuestionó la respuesta de Trump a los ciberataques que resultaron en el robo de correos electrónicos de John Podesta, el jefe de campaña de la aspirante demócrata, que comenzaron a ser publicados la semana pasada por Wikileaks. Y añadió que "el hecho de que Rusia está detrás del pirateo ya no puede cuestionarse".