La ministra de Interior del Reino Unido, Amber Rudd, defendió ayer los planes del Gobierno de obligar a las empresas a revelar su número de empleados extranjeros, a fin de promover la contratación de personal británico. Rudd desveló el martes, durante el congreso anual del Partido Conservador, que se celebra en Birmingham, algunas de las ideas del Ejecutivo para reducir la inmigración.

Entre esos planes se incluye forzar a las compañías a hacer público qué porcentaje de fuerza laboral extranjera tienen en plantilla, con el objetivo de que se sientan presionadas para contratar a más personal autóctono. Con ello se pretende, según explicó, "evitar que los inmigrantes ocupen empleos que pueden desempeñar trabajadores británicos".

La ministra dijo que será preciso establecer más límites a la contratación de extranjeros y a la entrada de estudiantes a fin de "cambiar la tendencia" de la opinión pública sobre la inmigración, puesta de manifiesto en el triunfo del "Brexit" en el referéndum del pasado 23 de junio.

Ante el aluvión de críticas procedentes del sector empresarial y de partidos de la oposición, Rudd defendió ayer estos planes y pidió que no se la tilde de "racista" por hablar de inmigración.

El portavoz de Interior del Partido Laborista, Andy Burnham, atacó la propuesta gubernamental al considerarla "divisoria y discriminatoria" y estimar que genera el riesgo de desencadenar "una verdadera hostilidad en los lugares de trabajo y en las comunidades".

En mitad del intenso debate que precede a la puesta en marcha del "Brexit" -prevista para antes de fines de marzo de 2017-, la líder del principal partido defensor de la medida, el eurófobo UKIP, presentó ayer su dimisión, solo 18 días después de haber accedido al cargo. Diane James, sucesora del histórico Nigel Farage, que dimitió tras conseguir el "Brexit", renunció al constatar que carece de autoridad en una formación sumida en una grave crisis.

En un comunicado, James alegó motivos "personales y profesionales" e indicó que no se le ha dado "suficiente autoridad" para introducir los cambios que desea en la formación, tercera del Reino Unido en número de votos, pero con un solo diputado en la Cámara de los Comunes. James precisó que seguirá como eurodiputada del UKIP, que es la fuerza británica más representada en el Parlamento europeo, con 22 escaños. Tras conocer la dimisión de su sucesora, Nigel Farage, que también es eurodiputado, aseguró que no volvería a asumir el liderazgo del partido "ni por 10 millones de dólares".