La tensión racial volvió a repuntar ayer de madrugada (hora española) en EE UU tras registrarse la segunda muerte en pocos días de un ciudadano negro por disparos policiales. La ciudad de Charlotte (Carolina del Norte) vivió una noche de disturbios en los que resultaron heridos 16 agentes de la Policía y un número indeterminado de manifestantes, después de que Keith Lamont Scott, de 43 años, fuera abatido a tiros. El viernes pasado otro afroamericano, desarmado, cayó mortalmente herido por una mujer policía en Tulsa (Oklahoma).

La familia de Scott y las autoridades policiales se contradicen sobre si Lamont Scott, que perdió la vida en un aparcamiento de un edificio de apartamentos, iba armado. Según un comunicado de la Policía de Charlotte, "el sujeto salió de un vehículo empuñando un arma de fuego que suponía una amenaza de muerte inminente para los agentes, quienes seguidamente dispararon sus pistolas". Los agentes habían acudido al edificio para ejecutar una orden de detención contra otro hombre, a quien no hallaron. El ejecutor de Lamont Scott fue un agente afroamericano.

La versión policial no es aceptada por los familiares del difunto, quienes negaron que estuviese armado y aseguraron que lo que sí llevaba en las manos era el libro que estaba leyendo mientras esperaba a que un hijo suyo regresase de la escuela para recogerlo. Una vecina del edificio de apartamentos declaró a una cadena televisiva que, en efecto, vio a Scott en el mismo aparcamiento en tardes anteriores esperando la llegada de su hijo. El martes, sin embargo, le vio ya tendido en el suelo mientras los médicos le atendían en vano momentos antes de su muerte.

La alcaldesa de Charlotte, la mayor ciudad de Carolina del Norte con más de 825.000 habitantes y un 35% de población negra, Jennifer Roberts, dijo que la comunidad "merece respuestas" y prometió una "investigación completa".

En lo que va de año, 697 personas han sido abatidas por la Policía a tiros, de las que al menos 172 eran hombres negros. De hecho, las dos últimas muertes -en la de Oklahoma quedó certificado por un vídeo policial que la víctima estaba desarmada- llegan en el marco del clima de crispación racial desatado en agosto de 2014 por la muerte del joven Michael Brown en Ferguson, suburbio de San Luis (Misuri).

El candidato presidencial republicano, Donald Trump, terció ayer en la polémica sobre los supuestos abusos policiales afirmando que el hombre negro muerto en Tulsa siguió las órdenes policiales. "No sé qué estaba pensando esa agente (la que le disparó), pero estoy muy, muy, afligido por lo ocurrido. Tenemos que tener mucho cuidado", dijo. Su rival demócrata, Hillary Clinton, consideró la situación racial "insoportable".