Petra László, la reportera húngara que hace un año saltó a los medios de comunicación de todo el mundo por dar puntapiés y poner zancadillas a varios refugiados, entre ellos algunos niños, en la frontera de su país con Serbia, fue acusada ayer de vandalismo por la Fiscalía. Se trata de un delito penado con hasta cinco años de prisión en Hungría.

La acusación pública considera, no obstante, que no es demostrable que "el origen de las víctimas o el hecho de que fueran inmigrantes" motivase la actitud agresiva de la periodista, que, tras ser expulsada de la cadena ultraderechista para la que trabajaba, pidió perdón.