Brasil se convirtió hasta la madrugada de ayer en un rosario de protestas contra la destitución de Dilma Rousseff por el Senado. Las protestas, que tuvieron como escenario diez estados, incluyeron numerosos incidentes violentos en Sao Paulo, donde los manifestantes se enfrentaron a la policía, que intentó dispersar dos marchas contra el Gobierno del nuevo presidente, Michel Temer. Escaparates, mobiliario urbano, sedes de periódicos afines a Temer -como "Folha de S. Paulo"- y patrullas policiales fueron blanco de las violencias.

En el exterior, EE UU anunció que respeta la destitución de Rousseff, por haberse producido dentro del "marco constitucional", y anunció que trabajará con Temer. Por el contrario, países como Venezuela, Ecuador o Bolivia condenaron la destitución y anunciaron la retirada de embajadores, por lo que calificaron de "golpe de Estado oligárquico". Mientras, la defensa de Rousseff presentó un recurso ante el Supremo en el que pide la anulación de la votación que la destituyó.