El presunto yihadista maliense Achmad al Mahdi al Faqi, alias "Abu Turab", se declaró ayer culpable de los crímenes de guerra que se le imputan por la destrucción de bienes patrimonio de la Humanidad en Tombuctú (Mali). Durante la apertura del proceso en la Corte Penal Internacional, que por primera vez juzga la destrucción de patrimonio protegido, el acusado reconoció que todos los cargos que pesan contra él "son precisos y correctos".

"Siento el daño que mis acciones han causado. Lamento lo que he hecho a mi familia, a mi país, a la comunidad internacional", dijo el acusado. Al Mahdi al Faqi aseguró que está preparado para acatar la sentencia y confió en que la pena que se le imponga "sea suficiente para lograr el perdón" de los malienses. Aseguró, asimismo, que nunca estuvo convencido de que la destrucción de monumentos históricos y religiosos fuera lo correcto, pero que se limitó a obedecer órdenes.

La fiscal de la acusación, Fatou Bensouda, destacó por su parte el carácter "histórico" del proceso, que "sentará jurisprudencia" y la necesidad de imponer una pena adecuada "a la severidad de los hechos". Al mismo tiempo, consideró que la admisión de culpabilidad del acusado, la primera ocurrida en la historia del tribunal, "ayuda a esclarecer la verdad y facilitar la reconciliación", y pidió que la sentencia de la Corte tenga en cuenta esa cooperación. Según Bensouda, el acusado era jefe de la Hesbah, órgano que vigilaba en Mali el cumplimiento de la ley islámica establecida en el país en 2012 por Al Qaeda del Magreb Islámico.

Por otro lado, en Turquía, el primer ministro, Binali Yildirim, contradijo la afirmación del presidente Erdogan de que el atentado cometido en la noche del sábado contra una boda kurda fuese obra del Estado Islámico y que lo llevara a cabo un niño. Según Yildirim la autoría está sin precisar. La cifra de fallecidos se elevó ayer a 54, de los que 29 eran menores y 18 tenían de 4 a 13 años.

En la ciudad iraquí de Kirkurk, mientras, la Policía interceptó a un menor antes de que lograse detonar el cinturón de explosivos que portaba.Según fuentes de inteligencia recogidas por diversos medios, el niño dijo al ser interrogado que había sido secuestrado por hombres enmascarados que le colocaron los explosivos. El niño vestía la camiseta del Barcelona con el numero diez.