Ningún convoy humanitario entró durante el último mes en la sitiada ciudad siria de Alepo, donde se estima que dos millones de civiles están atrapados entre las facciones opositoras y el ejército, o viceversa, según la situación cambia en cada barrio con los avances y retrocesos de las partes en conflicto. Ante la degradación de las condiciones para el envío de convoyes humanitarios, la ONU suspendió ayer la reunión semanal de trabajo sobre el conflicto y reclamó una tregua de 48 horas que permita hacer llegar la asistencia necesaria a la población.

"He suspendido la reunión como un símbolo de nuestro profundo descontento por el hecho de que, debido a la falta de una tregua, no está llegando ayuda a Siria", denuncio el representante de la ONU, Staffan de Mistura, quien indicó, asimismo, que se necesita que las facciones que combaten por el control de la ciudad acuerden, al menos, una pausa humanitaria de 48 horas que permita "hacer algo que sea mínimamente significativo para la ciudad de Alepo".

La asistencia podría así llegar tanto al este de la ciudad, controlada por grupos rebeldes, como a la parte oeste, dominada por las fuerzas gubernamentales y sus milicias aliadas, que ayer recrudecieron los combates. Según la agencia de noticias estatal siria, en una información de "Efe", el Ejército abatió a 70 opositores de diversas facciones. La aviación, según la misma fuente, realizó más de 70 incursiones.

Rusia, aliado de Bachar al Asad, fue el primer país en apoyar la propuesta de la ONU de cesar los combates durante dos días en la ciudad. "El ministerio de Defensa ruso está dispuesto a apoyar la propuesta de Staffan de Mistura sobre una pausa humanitaria de 48 horas", declaró el portavoz del ministerio de Defensa , Ígor Konashénkov. El general precisó que Moscú está dispuesto a declarar la tregua la próxima semana, siempre y cuando se ofrezcan "garantías de seguridad" en las zonas que controla la oposición moderada, respaldada por Estados Unidos.

La ONG Amnistía Internacional (AI), por su parte, presentó un informe en el que denuncia los abusos y las condiciones inhumanas en las que se estima que 17.000 personas han perdido la vida en prisiones sirias desde que estalló el conflicto armado en 2011.

Philip Luther, director del programa de AI para Oriente Próximo y Norte de África, aseguró que el "catálogo de relatos de horror" aportados por supervivientes y que recoge el informe describe "con espantoso detalle" los abusos a los que se ven sometidos los reos durante los interrogatorios y su período de reclusión.