Un ataque suicida contra un hospital de la ciudad de Quetta, en el oeste de Pakistán, causó ayer 69 muertos y más de un centenar heridos, en un atentado reivindicado por una escisión de los talibanes que juró lealtad al Estado Islámico. Un hombre con ocho kilos de explosivos hizo detonar las bombas en la entrada de emergencias del Hospital Civil de Quetta, adonde poco antes había sido llevado el presidente de la Asociación de Abogados de Baluchistán, Bilal Anwar Kasi, asesinado a tiros a primera hora de la mañana.