Reino Unido amaneció ayer conmocionado por el asesinato el jueves de la diputada laborista Jo Cox, firme defensora de la permanencia del país en la UE. Vigilias, homenajes florales, velas, banderas a media asta y abatimiento general marcaron durante toda la jornada a un país en el que ha quedado paralizada la campaña para el referéndum del próximo jueves sobre su mantenimiento o salida ("Brexit") de la UE.

Como ejemplo, ayer no solo no hubo actos políticos en el país sino que tampoco se publicaron encuestas. Solo las cotizaciones de las casas de apuestas permitieron medir en parte el impacto del asesinato de Cox en las previsiones de intención de voto. Del 60-40 a favor de la permanencia -las apuestas llevan semanas contradiciendo a los sondeos- se pasó a un elocuente 67-33.

Mientras, el agregador de encuestas del "Financial Times" seguía clavado en el 48%-43% favorable al "Brexit" que ostentaba antes de la muerte violenta de la diputada, que, según se difundió ayer, llevaba al menos tres meses recibiendo amenazas.

En medio del luto, se suceden con cuentagotas las revelaciones sobre las circunstancias que pueden haber rodeado el crimen.

La Policía reveló ayer que investiga los posibles "vínculos con la extrema derecha" de Tommy Mair, el hombre de 52 años, que el jueves mató a tiros y puñaladas a Cox, mientras gritaba "Britain First" (Primero Gran Bretaña, nombre de un grupo ultraderechista), en la localidad de Birstall, próxima a Leeds, en el norte del país.

Medios británicos informaron de que Mair habría comprado en 1999 libros al grupo neonazi estadounidense National Alliance, incluido un volumen sobre fabricación de armas caseras. Otros medios informaron de que el presunto asesino, descrito por sus vecinos como un solitario, sin pareja ni hijos, fue suscriptor de "SA Patriot", una revista surafricana racista publicada por el grupo partidario del "apartheid" White Rhino Club.

Los problemas psíquicos de Tommy Mair, único detenido por los hechos, hicieron correr ríos de tinta en la prensa británica. Mair vive en una pequeña vivienda social del ayuntamiento de Fieldhead, a 1,6 kilómetros del lugar donde Cox fue asesinada.

Nunca tuvo empleo a tiempo completo, aunque ayudaba en labores de jardinería a los vecinos, quienes lo consideraban persona tranquila y solidaria. Su hermano, Scot Mair, de 49 años, fue quien relató que no tenía particular interés en política ni era racista ni violento, aunque sí había padecido trastornos mentales. En el plano estrictamente político, los conservadores hicieron saber que no disputarán el escaño que deja vacante en la Cámara de los Comunes la muerte de Cox.