"A mí me hubiera gustado mucho seguir estudiando, porque sé que el estudio es muy importante para mí: si tan solo supiera, si hubiera seguido estudiando no estaría trabajando; el estudio vale mucho, ahora así como yo hay muchas niñas y niños también, a veces el maestro pide muchas cosas y los papás no tienen dinero para comprarle todo lo que les pide, entonces dejan de ir a la escuela y se ponen a trabajar", le confesó Flory, una niña guatemalteca de 15 años, a los autores del estudio 'Las niñas a la casa y los niños a la Milpa'.

Al igual que Flori, 12,5 millones de niños latinoamericanos --168 millones en todo el mundo-- se levantan cada mañana para ir a trabajar, abandonando su infancia y sus estudios.

Sus vidas pasan, con demasiada frecuencia, desapercibidas para las autoridades. Por ello, en 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró el 12 de junio como Día Internacional contra el Trabajo Infantil con el propósito de arrojar un poco de luz a esta problemática, así como promover iniciativas para resolverla.

Este año, la OIT ha decidido centrar la temática en las cadenas de producción. "Es evidente que el trabajo infantil no tiene cabida en los mercados regulados, pero la realidad es que esta práctica está extendida en las cadenas de producción", denunció el director general de la OIT, Guy Ryder.

En este contexto, Guatemala y Bolivia son los países iberoamericanos más afectados por esta lacra. De acuerdo con un sondeo realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2005, el 32 por ciento de los niños guatemaltecos de entre 10 y 14 años declararon estar trabajando en el momento de la encuesta, una cifra que se situaba en el 28 por ciento en Bolivia.

Foto: REUTERS

En el caso de las niñas, los porcentajes alcanzan el 25 por ciento en Bolivia y el 15 por ciento en Guatemala.

Desde la OIT, en alianza con la Fundación Telefónica, se ha creado la Red Latinoamericana contra el Trabajo Infantil, que permite una mayor eficacia al centrar la lucha en dicha región. Así, esta red fortalece las instituciones y proporciona las herramientas necesarias para divulgar las buenas prácticas y los conocimientos.

Gracias a los esfuerzos, en el periodo 2008-2012 se produjo un descenso de 1,6 millones en el número de menores que se encuentran en situación de trabajo infantil, que afecta en la actualidad más a los niños que a las niñas.

No obstante, las más pequeñas son víctimas de una modalidad de trabajo infantil más invisible: el doméstico. Al respecto, en estados como Paraguay, muchas niñas se ven obligadas a ejercer el criadazgo, una práctica en la que menores de cinco a nueve años de edad son extraídas de sus hogares y enviadas a familias mejor posicionadas socialmente, donde son iniciadas en las tareas domésticas a cambio de vivienda y comida.

Fuente: Informe de ILO

El problema en la erradicación de este fenómeno, al igual que otras formas de trabajo infantil, es que está socialmente aceptado. Por ello, desde el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), advierten de que no sólo es necesario el apoyo de las instituciones --ausentes en muchas ocasiones--, sino también de la población, testigo o partícipe de esta lacra.

Así, niños con vidas de adulto, como Flory, no se verán obligados a abandonar sus libros y sueños, y podrán llevar una vida digna.

"Actuando juntos, podemos hacer del futuro del trabajo un futuro sin trabajo infantil", concluyó Ryder.