Los suizos rechazaron ayer en referéndum una iniciativa popular para instaurar una renta mínima mensual de unos 2.250 euros - y 625 por cada menos a cargo- que, según sus promotores, pretendía garantizar una vida digna para todos los ciudadanos. La idea fue rechazada por el 76,9% de los ciudadanos que participaron en el referéndum, que registró una abstención del 52%.

La iniciativa garantizaba un ingreso para todos los residentes en Suiza, durante toda la vida, aunque solo en la medida en que la persona no dispusiese de un ingreso mensual equivalente. El paro en Suiza es del 4,9%.

La argumentación en defensa de la iniciativa indicaba que su objetivo era reducir la inequidad en un periodo en el que las diferencias salariales se disparan y la automatización está haciendo desaparecer numerosos empleos.

Asimismo, consideraban que se trataba de un medio para reconocer el trabajo no remunerado que realizan numerosas personas, en actividades como en el cuidado de los hijos o de los familiares enfermos o ancianos.

Al conocerse el resultado de la votación, el colectivo que lanzó esta iniciativa consideró positivo haber obtenido un 23,1% de apoyo -"esperábamos en torno a un 15%- y consideró que "en esta etapa ha sido una victoria hacer conocer a la población el concepto del ingreso mínimo universal".

"La importancia, más allá del voto, es que los ciudadanos han comenzado a reflexionar sobre esta idea que habrá que poner en marcha tarde o temprano", indicó uno de los miembros del comité de apoyo a la iniciativa, Sergio Rossi. La idea surgió del dueño de una cafetería de Basilea, Daniel Haeni, quien pese a la derrota, reivindicó una victoria moral. "Cuando he visto el interés de los medios de comunicación también del extranjero, me he dado cuenta de que estamos creando una tendencia", argumentó.

Ningún partido político apoyaba abiertamente la propuesta, que incluso reduciendo los gastos en los que incurre actualmente el sistema de asistencia social, requeriría un gasto adicional de unos 22.000 millones de euros al año.

Quienes rechazaron la medida, incluido el Gobierno confederal, argumentaban que el coste sería demasiado alto para el Estado y que supondría un debilitamiento de la economía. En países como Finlandia también se está estudiando la posibilidad de introducir la renta básica.

Suiza se ha convertido así en el primer país que consulta a su población la posibilidad de implantar una renta básica universal.