La presión a la que están sometidos los hasta ahora dos grandes partidos de Austria, el socialdemócrata (SPOE) y el popular (VPOE), por el auge de la ultraderecha nacionalista (FPOE) se cobró ayer su primera víctima con la dimisión del canciller (jefe de Gobierno), el socialdemócrata Werner Faymann. "Este partido necesita un canciller que tenga a todo el partido detrás. El Gobierno necesita un nuevo comienzo con fuerza. Quien no tiene ese respaldo, no puede desarrollar esa tarea", anunció Faymann por sorpresa.

Hace dos semanas, el triunfo con el 35% de los votos del candidato ultraderechista en la primera vuelta de las elecciones presidenciales sacudió la política austríaca y disparó las alarmas en los dos grandes partidos, cuyos candidatos se hundieron hasta el 11%.

El FPOE, que en las encuestas supera ya a socialistas y populares, se ha beneficiado de la errática política del Gobierno ante la oleada de refugiados. Si el canciller se alineó en un principio con la alemana Merkel en un frente humanitario de puertas abiertas, al percibir que esa política no era bien vista por muchos austríacos, ha ido derivando hacia posturas más duras, con controles fronterizos y restrictivas leyes de asilo.