El periodista Antonio Vacas lleva casi tres años en Quito, la capital de Ecuador, a donde partió en busca de una salida a la recesión económica. Allí encontró una salida dando clases de Filosofía e Historia en un centro educativo y, a pesar de los casi ocho grados en la escala de Richter, no se plantea regresar al España. Probablemente porque ya se ha contagiado de sus vecinos puesto que, cuenta, la población ecuatoriana está acostumbrada. "La gente sabe vivir con ello", resume el tinerfeño quien sí señala no obstante que esta vez la diferencia son el "miedo y el dolor".

Son sentimientos que llegan hasta la capital, aunque la peor parte del terremoto más intenso en la historia del país se la llevó la costa. "Pedernales es una población de 50.000 personas y me llegan referencias de amigos que siguen con el susto en el cuerpo porque hay muchos edificios destruidos y porque la tierra no ha parado", resume Vacas.

Se refiere el tinerfeño a las diferentes réplicas que han sacudido la costa ecuatoriana pero que no han llegado hasta Quito, a 230 kilómetros del epicentro del gran terremoto. Aún así, Antonio Vacas admite que en la ciudad sigue habiendo miedo. Así desde el primer momento, cuando sobre las siete de la tarde él y sus amigos empezaron a sentir el temblor. "Nos quedamos esperando a que pasara, pero era más fuerte de lo habitual y, sobre todo, más largo", recuerda.

Fue entonces el momento de salir a la calle, acto instantáneo cuando se siente un seísmo y al bajar las escaleras, Vacas se cruzó con otras personas cuyos rostros revelaron la importancia de lo que estaba sucediendo. "Eran personas ya ancianas y que han vivido muchos temblores y viendo lo asustados que estaban, rezando, nos dimos cuenta que era un terremoto, no un temblor", cuenta el tinerfeño que puntualiza que en Ecuador el primer concepto se emplea cuando se trata de eventos intensos,

Entre los principales temores de los ciudadanos está la caída de los edificios, ya que la zona en la que reside Antonio Vacas, Guápulo, está a "unos 200 metros por debajo de los grandes rascacielos de la ciudad y hay riesgo de desplome en caso de seísmo importantes". A ello se suma la incertidumbre, la ausencia de información sobre lo que estaba pasando ya que "durante las primeras dos horas no había noticias oficiales, ni de medios públicos ni privados". "Nos enteramos más por amigos de Facebook que viven en chile y en México y a ellos si les informaban sus televisiones", añade el tinerfeño.

A priori en capital de Ecuador se vislumbra algo más de tranquilidad y de hecho "oficialmente sigue todo con normalidad", indica Vacas quien supone que "en días siguientes no será nada normal en cualquier parte del país". El centro de la actividad está en las diferentes localidades de la costa, donde las labores de desescombro, de búsqueda de desaparecidos, de atención a los afectados es la prioridad de las autoridades públicas.

"Han movilizado un gran número de profesionales de rescate, y tengo algún amigo médico que ya salió para allá, incluso ya llegó ayuda con especialistas de Venezuela", resume antes de añadir que "están todos los medios de emergencias, y formándose brigadas espontáneas para intentar acercarse al lugar aunque se teme que aumente la cifra de fallecidos". Restan unos días intensos en cualquier parte del país, puesto que tal y como indica Antonio Vacas "es de imaginar que aumentarán los simulacros ante catástrofes, también en los colegios y habrá que estar preparado".