Al principio todo parecía normal, nada extraño se notaba por las calles, a primera hora de la mañana, según explica Mariña Abella, una traductora e intérprete gallega, de A Costa da Morte, que perfecciona idiomas en la capital belga. Pero a medida que avanzaba la mañana fueron apareciendo militares y más militares por las principales plazas de la ciudad. "Ibas caminando y te ibas encontrando cuatro militares por aquí, cinco coches de policía por aquella esquina, un coche de bomberos por otro lado, sí que asustaba un poco, sí", añade esta joven de 23 años.

En pleno centro de la ciudad, había normalidad a primera hora de la mañana, entre las ocho y las nueve, pero después los militares fueron tomando la ciudad y al gente fue desapareciendo de las calles en dirección a sus casas. Es que durante toda la mañana estuvo presente la posibilidad de que hubiese un segundo atentado.