Unos 30.000 refugiados están atrapados en estos momentos en Grecia a la espera de poder continuar su ruta hacia el norte de Europa, mientras que la frontera con Macedonia está herméticamente cerrada tras los incidentes registrados el lunes. Según la portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) Keti Kejayoglu, en el campamento fronterizo de Idomeni se agolpan unas 8.000 personas, a las que se suman otras 3.000 en otros dos centros improvisados en las cercanías.

En Atenas, los cuatro centros de acogida que se han habilitado están repletos, como también el puerto del Pireo, donde ayer por la mañana había unas 3.400 personas, con previsión de que se les sumara otro millar a lo largo del día, pues se esperaba la llegada de un nuevo transbordador desde las islas griegas del Egeo. Se estima que unas 1.500 personas duermen a la intemperie pese a la dureza de las temperaturas invernales.

Tras los enfrentamientos registrados el lunes cuando la policía macedonia repelió con gases lacrimógenos a varios centenares de refugiados que se lanzaron contra la valla exigiendo la apertura de fronteras, la situación era ayer de relativa calma, aunque la tensión seguía flotando en el ambiente.

De hecho, la ONU advirtió que teme el estallido "inminente" de una crisis en un país ya duramente golpeado por la recesión económica si los buscadores de asilo no pueden continuar su ruta hacia el centro y norte de Europa.

Solo en los primeros dos meses de este año, 122.000 refugiados han entrado en Grecia, frente a los 129.000 que llegaron en los primeros seis meses de 2015, precisó el coordinador para la crisis de refugiados de ACNUR, Vicent Cochatel. El 57% de esas personas llegadas desde principios de año son mujeres y niños, con una tendencia al aumento de estos grupos de edad, así como de los ancianos.

"Entre los sirios, muchos están llegando del norte del país, concretamente de Alepo", la ciudad sobre la que el Ejército sirio y las fuerzas aéreas rusas lanzaron a principios de febrero una gran ofensiva armada para recuperar las áreas que estaban bajo el control de grupos rebeldes. El personal humanitario que asiste a los refugiados también ha constatado que solo el 25% de quienes llegan a Grecia ha permanecido durante algún periodo en territorio de Turquía, ya que el resto pasa lo más rápido que puede por este país rumbo a Europa.

En esas condiciones, Angela Merkel consideró ayer que la situación en la frontera entre Macedonia y Grecia no es "comparable" a la del pasado septiembre, cuando Berlín abrió un corredor para trasladar a los peticionarios de asilo.

Lo que sí es seguro, en todo caso, es que la que no es comparable es la situación política de Merkel, que desde septiembre ha recibido numerosas críticas por su antigua política de puertas abiertas, que ha rectificado, especialmente bajo las presiones del partido bávaro CSU, formación hermana de la CDU de la canciller y miembro de la coalición tripartita de Gobierno, en la que también se sientan los socialdemócratas. También ha contribuido al cambio la continua caída de Merkel en las encuestas y el colapso de la administración germana, incapaz de procesar los prolijos trámites exigidos para el asilo, cuyas condiciones han sido endurecidas dos veces por ley por el Parlamento.

Entre tanto, dos apuntes ilustran la dureza de la situación que viven las poblaciones refugiadas. Un diario croata informó de que policías eslovenos quitan el dinero a los refugiados a los que expulsan hacia Croacia. Y en el "land" alemán de Schleswig-Holstein, la CDU de Merkel propone que sea obligatorio el consumo de cerdo en los comedores de la administración y en los colegios, ignorando la creciente cantidad de población musulmana.